¡Por la eliminación definitiva de la selectividad!

Se acerca el mes de junio y con ello la pesadilla que las pruebas de la EBAU suponen para decenas de miles de estudiantes. En unos pocos días arrancará la selectividad en algunas Comunidades Autónomas y desde el Sindicato de Estudiantes, un año más, queremos denunciar estos exámenes injustos, arbitrarios y que perpetúan una Universidad para la élite.

Ni la EBAU ni las notas de corte son necesarias

El estrés con el que tenemos que lidiar las y los estudiantes que nos enfrentamos a la EBAU es más que conocido. Esta ansiedad puntual por los exámenes se suma al ya de por si dramático crecimiento de los trastornos y enfermedades mentales entre la juventud: la pandemia provocó su aumento en un 47% entre los menores y el Estado Español se sitúa como el país europeo con mayor prevalencia de este tipo de problemas entre niños y adolescentes. Además, el consumo de sustancias, ansiolíticos y las mal llamadas ‘drogas inteligentes’ para estudiar o para evitar los nervios paralizantes, cada vez empieza a más temprana edad. Con todo esto en consideración, ¿qué justificación social y humana existe para someter a la juventud a este infierno y a esta presión tan cruel? Ninguna.

Nos jugamos todo en una calificación numérica –que depende de muchos factores y no tiene en cuenta ninguna consideración académica previa– y unas notas de corte demenciales para conseguir una plaza en Universidad. Unas notas totalmente imposibles de conseguir para la mayoría de estudiantes que cursamos en la pública: un 13,8 para Matemáticas en la UCM, un 13,6 en Traducción e Interpretación en la UPO, un 13,4 para Medicina en la UMH, un 12,6 para el doble Grado de Educación Infantil y Primaria en la USC, Ingeniería Biomédica en la UB está en un 12,5… Pero, ¿cómo vamos a alcanzar semejantes notas? Si nuestros centros de estudio no tienen medios ni condiciones, las ratios están por las nubes, sufrimos la falta constante de profesores, ni nuestras familias tienen la posibilidad económica de pagarnos un viaje al extranjero para aprender idiomas o una academia particular para prepararnos mejor.

Que no nos cuenten historias. La EBAU no es necesaria. Es una criba injusta que supone la expulsión de miles de estudiantes de familias trabajadoras de las facultades, y que pretende ocultar la falta de plazas y de inversión en la Universidad pública. Si hubiera plazas para todas y todos, ¿sería necesario hacer una selección? ¿serían necesarias las notas de corte? No. Sin embargo, convierten la educación superior en unos juegos del hambre donde los estudiantes tenemos que competir entre nosotros para esconder la privatización y una falta de inversión real.

Una competición que nada tiene que ver con lo académico

Otra de las grandes verdades eternas que se repite hasta la saciedad es que la EBAU es una medida que nos “equipara” a todas y todos, que “fomenta la igualdad de oportunidad”, que “deshincha las notas de los que vienen de la privada” y que, por tanto, seas pobre o seas rico, al enfrentarnos todos a una misma prueba, la desigualdad de clase que pervive en el sistema educativo desaparece. Nos toman por tontos.

La selectividad no tiene nada que ver con lo escolar. En primer lugar, las y los estudiantes demostramos nuestras aptitudes académicas durante los dos años que cursamos Bachillerato. Pero es que, además, la EBAU castiga a los estudiantes de familias trabajadoras y beneficia a quienes tienen más recursos económicos. ¿Quién tiene más fácil superar estos exámenes? ¿Los que estudian en un colegio de la élite o quienes vivimos en barrios donde no hay bibliotecas públicas? ¿Quiénes cuentan con amplios y luminosos espacios en sus casas para estudiar o quienes nos ahogamos en pisos de 40 metros cuadrados y compartimos habitación con otros familiares? La respuesta es clara.

No queremos una EBAU mejor, queremos su supresión definitiva

A medida que se acercan las fechas de la EBAU, en todos los reportajes televisivos y artículos en la prensa aparecen voces expertas que tienen la solución definitiva a los problemas que estas pruebas conllevan: necesitamos una selectividad más homogénea, que sea idéntica en las distintas CCAA y que sea “más justa”, nos dicen. Para quienes quieren perpetuar que los hijos e hijas de la clase trabajadora no accedamos a los estudios superiores y que mejor nos centremos en aceptar trabajos mal pagados sin rechistar, esta opción puede ser válida. Pero para los y las que luchamos por una Universidad pública, de calidad y sin recortes, quienes queremos un presente y futuro digno para la gran mayoría de la juventud, sabemos que es una trampa malintencionada.

El problema de la EBAU no es que no esté lo suficientemente centralizada o que falte flexibilidad a la hora de corregir los exámenes. La problemática es de fondo, y no se arregla ampliando el tiempo de los exámenes de 90 a 105 minutos, haciendo pruebas más “reflexivas” o añadiendo una tercera revisión, como plantea la “nueva selectividad” aprobada por la ministra Pilar Alegría. La solución pasa por eliminar definitivamente estas pruebas y creando las decenas de miles de plazas públicas necesarias para que todas y todos podamos estudiar. Existe el talento académico y hay muchas necesidades sociales por cubrir.

Tanto el ministerio de Educación como de Universidades no ha revertido la situación de emergencia social en la que se encuentra el sistema educativo público. Al contrario: los recortes continúan y se profundizan –muy especialmente en aquellas CCAA donde gobierna la derecha–, y mientras nos venden humo, aplican nuevas reformas y leyes que avanzan en su privatización.

Si el Gobierno continúa impulsando esta política educativa nefasta, que sólo favorece a la privada-concertada y a los empresarios, llegará un momento donde la línea que separa la Universidad pública de la privada se difuminará por completo.

Desde el Sindicato de Estudiantes volvemos a decir: ni EBAU ni notas de corte. Necesitamos una revolución económica y pedagógica para terminar con la desigualdad de clase en la escuela pública, con el abandono escolar, con los trastornos mentales… No hay otra vía: hay que rescatar a la educación pública. Sí que hay recursos, ¡que se pongan al servicio de la gran mayoría! Queremos una Universidad pública, gratuita y democrática. Los hijos e hijas de la clase obrera tenemos derecho a una educación digna y no dejaremos de pelear por ella.