El 17 de octubre el movimiento estudiantil, el profesorado y el personal no docente de las universidades públicas argentinas protagonizaban una nueva jornada de huelga y movilizaciones masivas contra el Gobierno de Javier Milei. En lo que va de año, el presidente ha recortado un 40% los presupuestos para la educación pública, atacando especialmente a la universidad.

El detonante de la movilización fue la decisión de Milei de utilizar el derecho a veto que le concede la Constitución para anular de forma totalmente autoritaria y antidemocrática la ley de financiación universitaria que, bajo una intensa presión social, se vio obligado a aprobar el Congreso.

Esta ley planteaba compensar parcialmente el retroceso en la financiación de las universidades causado por el aumento interanual de la inflación, que con un 226,5% es en este momento la más alta del mundo.

Tras varias movilizaciones universitarias, el 9 de octubre 160 diputados votaban mantener la ley. Demostrando una vez más que la democracia capitalista es una farsa, y que a la hora de la verdad las cosas se deciden en los consejos de los grandes bancos y empresas, bastó el voto de un tercio del congreso, 85 diputados, para imponer el veto presidencial.

Un levantamiento histórico

En respuesta, una auténtica rebelión de masas recorre desde el 10 de octubre todas las universidades públicas del país. Mientras escribimos estas líneas, más de 80 facultades han sido tomadas por los estudiantes en más de 30 universidades y el resto se mantienen en huelga organizando asambleas, cortes de tráfico, clases en la calle, etc.

Por primera vez en mucho tiempo, incluso facultades tradicionalmente dominadas por la reacción como las de Derecho de las universidades públicas más prestigiosas se han sumado con fuerza. ¡Hasta los cadetes de la Escuela de Pesca de la Armada, hartos de recortes, están participando!

La extensión y fuerza de la lucha estudiantil ha contagiado a los sindicatos del profesorado, que han convocado ya varias huelgas contra el veto presidencial y la insultante subida salarial del 5,8% que ha impuesto por decreto el Gobierno.

Tras el seguimiento masivo de la huelga del jueves 17 de octubre y el clamor de las bases demandando intensificar la lucha, los dirigentes sindicales del profesorado han extendido la convocatoria al lunes 21 y martes 22.

Otro factor diferencial respecto a luchas anteriores y que refleja la fuerza del movimiento es, por un lado, la rapidez con que se ha extendido de Buenos Aires a las universidades del interior y, por otro, el peso decisivo de los estudiantes de la clase obrera en la movilización.

Un plan para destruir y privatizar la universidad pública

Como denuncian los sectores más combativos del profesorado y el movimiento estudiantil, este veto a la ley de financiación sumado al recorte del 50% del presupuesto universitario para 2025 que acaba de anunciar el Gobierno forman parte de un plan no solo de Milei, sino de sectores decisivos de la clase dominante que pretenden desguazar y privatizar la universidad pública.

La respuesta del Gobierno ha sido reprimir brutalmente la lucha, declarando la educación servicio esencial y amenazando con ilegalizar las huelgas del profesorado. Junto a ello, Milei y varios de sus ministros no han dudado en calificar como delito las tomas de facultades, amenazando con enviar a la policía y el ejército a desalojar, con las armas en la mano, a las y los estudiantes.

Respondiendo a las sesiones de odio de este fanático ultraderechista, un grupo de militantes de La Libertad Avanza atacaba el 15 de octubre con gas pimienta a centenares de estudiantes de la Universidad de Quilmes, cuando debatían en asamblea la toma de su universidad. Pero la contundente respuesta de estudiantes y profesores obligó a estos fascistas a huir con el rabo entre las piernas.

¡Extender la huelga a todo el sector público! ¡Forzar una huelga general de 48 horas organizada desde abajo!

El objetivo del Gobierno no es “recortar el gasto”. Lo que está en marcha es un gigantesco trasvase de riqueza de la clase obrera a la oligarquía, un saqueo de los recursos públicos en beneficio de un puñado de parásitos, la verdadera casta, que apoya decididamente a Milei.

Mientras la educación y sanidad públicas, las pensiones, los planes de construcción de viviendas y todas las políticas sociales sufren una liquidación por derribo, hay gastos que aumentan muy por encima de la inflación: la inversión en armas para el ejército y la policía o las partidas destinadas a los servicios secretos y, en general, a aumentar la represión. Pero lo que más sube es el endeudamiento del propio estado argentino con los grandes especuladores nacionales e internacionales. En diez meses de Gobierno ultraderechista la deuda pública ha batido todos los récords y el pago de intereses supera el total de dinero recortado en gastos sociales.

Si Milei, con apenas 34 diputados y un rechazo social masivo, se sostiene en el poder y puede lanzar un ataque tras otro es porque cuenta con el apoyo de capas decisivas de la clase dominante.

Centenares de miles de jóvenes, trabajadoras y trabajadores lo entienden y tienen claro que para derrotar una ofensiva de este calado el único camino es la movilización continuada y masiva en las calles. Las tomas, manifestaciones y huelgas unitarias de estudiantes, docentes y no docentes, desafiando las amenazas y la represión.

La tarea inmediata para la izquierda combativa es extender el levantamiento universitario al resto del sistema educativo y al conjunto del sector público. Hay que plantear ya la consigna de huelga general de todo el sector público, empezando por unificar la lucha con los trabajadores de la sanidad, que en estos momentos se mantienen en lucha contra los recortes y ataques a varios hospitales y centros de salud. Junto a ello hay que exigir la convocatoria de una nueva huelga general, esta vez de 48 horas, y forzando desde abajo la organización de piquetes y asambleas en los centros de trabajo. Sería un paso firme para poder acabar con la pesadilla que representa para millones este Gobierno de la extrema derecha.