La huelga minera del 84: un símbolo de resistencia

En 1984 Gran Bretaña vivió uno de los mayores levantamientos obreros de su historia. Margaret Thatcher le declaró la guerra a los mineros con su plan de desmantelamiento del sector, que fue respondido con una huelga indefinida que duró un año. Pero la huelga minera del 84 no solo puso en pie de guerra a las comarcas mineras, también levantó la solidaridad de millones de trabajadores y trabajadoras en las ciudades.

El motivo principal por el que la huelga minera despertó tanto entusiasmo entre amplios sectores era el profundo significado de aquella batalla. Por otro lado, Margaret Thatcher y los tories querían una derrota sonada para hundir la moral de toda la clase obrera. Por eso promovió el esquirolaje, la represión fue mayúscula e incluso llegó a confiscar los fondos del Sindicato Nacional de Mineros para asfixiar económicamente a los huelguistas. Se trataba de aplastar a la organización más fuerte de la clase obrera británica, que fue capaz de echar abajo el gobierno tory de Edward Heath 10 años atrás[1]. Así fue como la resistencia minera se convirtió en un símbolo de combate contra Thatcher.

Los orígenes de Lesbians and Gays support the miners

El colectivo LGTBI en el Reinod Unido también estaba en el punto de mira de la Dama de Hierro, la policia y los sectores más reaccionarios de la sociedad. Redadas, criminalización en los medios de comunicación, represión a las organizaciones LGTBI, desempleo, marginalidad… este combustible alimentaba un ascenso de la movilización que terminó de estallar en 1988 con la aprobación del artículo 28. Esta nueva legislación ordenaba a las autoridades locales no “promocionar intencionadamente la homosexualidad” o “promocionar la enseñanza de la aceptabilidad de la homosexualidad como una supuesta relación familiar” en las escuelas. “A los niños se les está educando en que tienen un derecho inalienable a ser gays. Todos están siendo engañados desde el comienzo de sus vidas”, así se pronunciaba Tatcher en un acto del Partido Conservador en 1987.

Sin duda, uno de los más oscuros episodios que ha tenido que sufrir la comunidad LGTBI inglesa fue la epidemia del VIH que golpeó a centenares de miles de personas a finales de los 80, especialmente a jóvenes homosexuales pobres. Los tories no sólo se negaron a informar sobre los consejos de la comunidad médica para tratar de prevenir el virus bajo la excusa de no querer publicitar “descripciones explícitas sexuales”, sino que negó el aceso a la sanidad pública a quienes menos recursos económicos tenían y, junto a la Iglesia Católica, apodaron esta enfermedad como “la pesta rosa” y el “cáncer gay”. Mientras miles de vidas se apagaban, la estigmatización y el miedo se abrían camino.

En este contexto, y con los mineros sacudiendo el panorama político, aparece el Lesbians and Gays support the miners (LGSM). La primera colecta impulsada por este grupo fue en la manifestación del orgullo de Londres en 1984. Liderados por Mark Ashton, activistas LGTBI recorrieron la manifestación con cubos pidiendo dinero para las cajas de resistencia de los mineros. La respuesta que se encontraron fue un de entusiasmo general: se recaudaron 200 libras y la protesta terminó con una estruendosa ovación a un minero desde el escenario.

La inspiración que la huelga levantó fue proporcional a la represión que sufrieron: 20.000 mineros heridos, 13.000 detenidos y dos muertos en los piquetes. Muchos y muchas activistas del colectivo LGTBI simpatizaron con los mineros al ver las imágenes la ocupación policial de las comarcas mineras y de la campaña tan furibunda de los medios de comunicación: era exactamente el mismo odio y la misma rabia que la clase dominante escupía contra los disidentes sexuales. “Creo que todas las lesbianas y gays que son agredidos por la policía, por los medios de comunicación, por el estado… entienden la realidad de ser agredidos. Por eso estamos aquí públicamente como lesbianas y gays y como socialistas: Para apoyar a los mineros. Una victoria de los mineros es una victoria de todos nosotros.” Explicaba Mark Ashton.

Semanas más tarde, LGSM celebró la primera de sus reuniones semanales en Londres, encuentros que se mantuvieron hasta el final de la huelga en 1985. Aunque el primer núcleo de activistas era reducido, su arrojo fue admirable: organizaron colectas en bares, locales, barrios… y pronto el grupo se extendió a otras ciudades y fue ganando miembros. Una parte de ellos provenían de otras organizaciones como la Liga de Jóvenes Comunistas, el Partido Laborista o el SWP. Otros muchos nunca habían participado en política, pero se contagiaron de la ola de solidaridad. Fueron precisamente gays y lesbianas de clase obrera, especialmente aquellos que provenían de familias mineras, quienes engrosaron las filas del LGSM.

Al no poder donar a través del Sindicato Nacional de Mineros (NUM en inglés) los grupos locales del LGSM fueron apadrinando comarcas a las que les prestarían su apoyo económico. En el caso Londres, apadrinaron la comarca del Valle de Dulais, a donde hicieron varios viajes a lo largo de toda la huelga.

LGSM fue la organización que más aportó a las cajas de resistencia de los huelguistas: alrededor de 20.000 libras a través de colectas, sorteos, actuaciones, ventas de camisetas etc.

LGSM había unido lo que la reacción más odiaba y su odio de clase no se hizo esperar. Los medios de comunicación no tardaron en cargar contra LGSM y las comunidades mineras que aceptaron su apoyo, tratando de introducir entre los trabajadores el veneno de la homofobia. Fue precisamente en el punto álgido de esa campaña cuando decidieron organizar su siguiente gran hito: el concierto y acción de solidaridad “Pits and perverts”.

En aquel acto varios activistas y dirigentes sindicales tomaron la palabra. David Donovan, líder del sindicato minero de Dulais dijo: “Todo lo que puedo decir es: victoria para los mineros, victoria para las lesbianas y gays, victoria para los viejos, victoria para los jóvenes, victoria para los enfermos, victoria para la clase obrera.” 5.000 libras fueron recaudadas aquella noche.

La derrota de la huelga minera

“Entendimos que si los mineros perdían, si las "grandes batallas" del movimiento sindical podían ser derrotadas, no solo sería desastroso para sus comunidades mineras; sería un desastre para todos nosotros. Los Tories usarían su victoria para pasar por encima de todos nuestros derechos.” Los miembros del LGSM sabían perfectamente qué era lo que estaba en juego.

Finalmente, la huelga minera fue traicionada. Pese al arrojo de los mineros organizados alrededor del NUM, la TUC, la central sindical que agrupaba la mayor parte de sindicatos de todos los sectores, se negó a extender la lucha. Esta decisión, unida al durísimo boicot y la represión del gobierno, obligó al NUM a levantar la huelga casi un año después.

Tal y como LGSM anticipó en sus declaraciones, la derrota de los mineros allanó el camino a las políticas Thatcher: ataques a los derechos democráticos, privatizaciones, recortesy un largo etc. El desempleo se disparó, en 1986 alcanzó la cifra de 3,3 millones. A finales de los años ochenta 12,2 millones de británicos vivían en la pobreza, la brecha entre el 20% más rico y el 20% más pobre aumentó un 60% en esa década.

"Ahora que nuestra lucha ha terminado, es hora de (...) apoyar a aquellos que nos han apoyado, porque su lucha continúa, nadie más que las lesbianas y los gays nos han respaldado de manera sólida". Estas fueron las palabras de un minero de Dulais cuando se conoció el fin de la huelga.

Aunque Thatcher pudo derrotar la huelga minera, no pudo romper el fuerte vínculo de clase que se forjó entre la lucha por la liberación del colectivo LGTBI y la lucha minera. La marcha del orgullo de Londres en aquel año, 1985, pasó a la historia por la participación de cientos de mineros, que marcharon con sus pancartas y mostraron su apoyo a la lucha del colectivo.

En 1985, el Partido Laborista y la TUC aprobaron resoluciones a favor de los derechos del colectivo LGTBI. Ambas resoluciones fueron presentadas por las secciones mineras del Gales del Sur.

El NUM también participó activamente en la campaña contra el artículo 28 de Margaret Thatcher, organizando actos y apoyando públicamente la lucha por la liberación sexual.

Nuestra historia es de lucha contra el capitalismo

La experiencia de LGSM esconde grandes lecciones. En primer lugar, porque todos los prejuicios que la derecha y quería inocular contra el colectivo LGTBI en las filas de la clase trabajadora se desvanecieron gracias a la lucha colectiva. Y también fue la prueba de que, quien promueve activamente nuestra opresión, ya sea por motivos de género o por nuestra identidad u orientación sexual, son los y las capitalistas y los gobiernos a su servicio.

LGSM derribó muchas barreras y demostró en la práctica la fuerza que tiene nuestra clase cuando golpea como un solo puño. No es de extrañar que su legado se haya borrado de forma consciente de la historia de la lucha LGTBI: el mensaje que transmite señala al corazón del sistema.

Nada tenemos que ver con los grandes empresarios que sacan la bandera arcoíris cada mes de junio o con ministros como Grande-Marlaska que sí, podrán pertenecer al colectivo LGTBI, pero con sus políticas racistas mantienen la opresión de nuestros hermanos y hermanas migrantes, o contra las personas trans y la protesta social en general.

Sin embargo, tenemos todo que ver con los trabajadores y trabajadoras que luchan todos los días, se levantan contra este sistema injusto y criminal y pelean por una vida digna.

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FUENTES:

http://lgsm.org/our-history/228-lesbians-and-gays-support-the-miners

https://www.bbc.com/news/uk-wales-62998313

https://www.theguardian.com/film/2014/aug/31/pride-film-gay-activists-miners-strike-interview

https://youtu.be/lHJhbwEcgrA

https://daily.jstor.org/how-lgbtq-groups-supported-striking-miners-vs-thatcher/

Diarmaid Kelliher, Solidarity and Sexuality: Lesbians and Gays Support the Miners 1984–5, History Workshop Journal, Volume 77, Issue 1, Spring 2014, páginas 240–262

Robinson, Lucy, 'Confronting Thatcher: the Bermondsey by-election, Lesbians and Gays Support the Miners and AIDS activism', Gay Men and the Left in Post-war Britain: How the Personal Got Political (Manchester, 2011; online edn, Manchester Scholarship Online, 19 July 2012).

[1] El odio hacia los mineros era tal, que, tras la caída de Heath, los tories elaboraron un plan de privatización de los sectores nacionalizados llamado Ridley Plan (http://pont.ist/ridley-plan/). En él se relata con todo lujo de detalles como se debería preparar el gobierno ante una huelga minera que previsiblemente se convocaría tras el anuncio de cierre de minas, así como la necesaria colaboración con la burocracia sindical.