En medio de una catástrofe sin precedentes, de la censura informativa para ocultar las cifras reales de víctimas, y cuando la desidia institucional está provocando una rabia incontenible entre la gente, desde los medios de comunicación de la órbita del Gobierno del PSOE se está lanzando una campaña para descalificar la ayuda popular a los afectados, y criminalizar la autoorganización de miles de vecinas y vecinos, sobre todo jóvenes, que han acudido masivamente a las zonas afectadas por la Dana.

Columnas, tertulias y editoriales nos previenen: “ojo, que la idea de que solo el pueblo salva al pueblo hace el juego a la derecha y a la extrema derecha”. Y lo dicen tan panchos, de manera sincronizada, en periódicos, radio, televisiones y redes sociales. Y como contrapunto añaden que lo que necesitamos son servicios públicos fuertes y que los ricos paguen sus impuestos. De una desfachatez alucinante.

Los mismos que han recortado hasta la saciedad la sanidad y la educación pública, que llenan los bolsillos del Ibex 35, que no decretaron el abandono de la tareas productivas cuando se venía encima la DANA, que no han movido un solo dedo para obligar a la Generalitat del PP a actuar con contundencia, que salen en las televisiones con los líderes de la derecha valenciana como si fueran colegas de toda la vida, y que montan un despliegue policial brutal para que los reyes vayan a tirarse una foto en las localidades devastadas, nos dicen ¡que hay que defender los servicios sociales y un Estado fuerte, y que los voluntarios que lo están dando todo hacen el juego a la extrema derecha!

La solidaridad desde abajo molesta mucho

Durante estos días hemos visto como el presidente Pedro Sánchez se daba de abrazos y compartía confidencias y elogios con el presidente de la Generalitat valenciana, Carles Mazón. Lo mismo que el ministro del interior Marlaska. Y la razón de este comportamiento está clara: tratan de cubrirse los unos a los otros, de tapar lo que ha sido una negligencia criminal por parte de los políticos del PP en Valencia, que con su actuación han provocado que este desastre natural se haya convertido en una matanza. Por eso las apelaciones del PSOE y sus voceros a la “unidad” de todos los españoles y de todas las fuerzas políticas van precisamente en ese sentido: encubrir el desastre y que no salpique al régimen actual, al régimen del 78.

Para que la campaña tenga un efecto, y se pueda borrar el rastro de este crimen social contra la clase obrera, es necesario que no haya testigos, que la indignación no se propague, que la autoorganización desde abajo ceda rápidamente al control policial y militar desde arriba. Y en eso, PP y PSOE están completamente de acuerdo.

La Generalitat valenciana, por boca de su conseller de Medio Ambiente, Infraestructuras y Territorio, Vicente Martínez Mus, ha anunciado la restricción —por otra parte totalmente ilegal—a miles de jóvenes y vecinos que quieren ayudar en los once municipios valencianos más afectados por la Dana. ¡Y lo hace cuando el clamor de las víctimas ante la falta de respaldo oficial es estruendoso! ¡Lo hace sabiendo que miles de personas han podido beber agua potable y comer una comida decente gracias al esfuerzo de esos jóvenes, trabajadores y vecinos y vecinas que lo han dejado todo para ir a estos municipios!

Y mientras el gobierno valenciano actúa directamente contra la movilización popular, los medios de comunicación supuestamente “progresistas” y próximos al PSOE ponen sus plumas mercenarias al servicio de una campaña planificada al milímetro. Estos miserables tienen la suprema desvergüenza de calificar como de derechas un lema que siempre ha sido de la izquierda combativa, y que se ha popularizado estos días: “Sols el poble salva al poble”.

Que “solo el pueblo salva al pueblo” es mucho más que una consigna es evidente. Si no llega a ser por las personas voluntarias el abandono institucional seguiría incrementando el sufrimiento provocado por las lluvias y multiplicado por la decisión política de anteponer los beneficios empresariales a las vidas de las personas trabajadoras. Que “solo el pueblo salva al pueblo” se ha demostrado un hecho cierto. Y sus consecuencias futuras en la conciencia de millones de personas es lo que preocupa a los políticos del régimen.

Desde el diario El País, portavoz oficioso del PSOE, se ha llegado a escribir que “el mensaje de ‘estás solo, huye de las instituciones’ es pura estrategia neofascista”.[1] ¡Que cinismo más repugnante! Las víctimas de la Dana no han “huido” de las instituciones, todo lo contrario. Son las instituciones las que les han dado la espalda, a pesar de los insistentes llamamientos de las afectadas y afectados para que desde las administraciones públicas se enviase ayuda y medios para rescatar de los sótanos y garajes inundados los cuerpos de los fallecidos y a las personas que podrían seguir con vida.

Otro medio del entorno “progresista”, elDiario.es, es incluso más rastrero. Tras afirmar con desprecio que “no es por llevar la contraria, pero si el pueblo tiene que salvar al pueblo, en menos de un mes íbamos a estar extintos”,[2] echa sarcásticamente la culpa al pueblo valenciano por haber votado a la derecha en las pasadas elecciones autonómicas y municipales. Solo le ha faltado el repugnante elitismo del “Disfruten lo votado”. Por supuesto, ni una sola palabra de las razones por las que, tras años de gobierno del PSOE, solo o en coalición con otras fuerzas de izquierda, la derecha ha ganado elecciones. Ni una palabra acerca del tipo de políticas que pavimentaron en muchas autonomías y municipios, y siguen pavimentando ahora desde el gobierno central, el camino al PP y a Vox.

La prensa de derechas también se suma a la campaña poniendo el foco sobre una supuesta ola de pillajes y saqueos masivos que “recorre” las zonas afectadas. Para el panfleto publicado bajo el título de El Mundo, una foto de víctimas desesperadas recogiendo agua y alimentos en un supermercado destrozado por la riada es nada menos que “la imagen de la vergüenza”. Estos reaccionarios criminalizan a las víctimas para tratar de ocultar la responsabilidad directa de empresarios y gobiernos en los cientos de muertes que podrían haberse evitado si la prioridad fuese la vida de las personas y no los beneficios empresariales.

De forma sincronizada con esta campaña en los medios de manipulación masiva, el Ministerio del Interior del “socialista” Grande-Marlaska despliega a sus fuerzas represivas para detener a “saqueadores” y para despejar de voluntarias y voluntarios las zonas devastadas que va a visitar el rey Felipe VI. Para eso no se escatiman recursos. Las vidas humanas son secundarias frente al mantenimiento del “orden público” y la defensa de la propiedad capitalista.

Contra la derecha y la extrema derecha, ¡más autoorganización popular!

Que una tragedia de esta magnitud intente ser aprovechada por la extrema derecha no es una sorpresa para nadie. Diversos grupos fascistas están intentando utilizar la crisis humanitaria para recoger ayuda y seguir esparciendo su demagogia racista y españolista, y tratan de provocar enfrentamientos contra los inmigrantes. A la cabeza de todos ellos se coloca Vox, pretendiendo que olvidemos que hasta hace pocos meses formaban parte del gobierno de la Generalitat Valenciana que desmanteló la Unidad de Emergencias y que recortó de forma criminal los recursos de los servicios públicos de intervención social y de asistencia sanitaria.

¡Claro que los fascistas hacen demagogia con el abandono de las víctimas! Pero esa campaña no se contrarresta, como pretende el PSOE y su entorno, criminalizando la solidaridad de la clase trabajadora y la juventud, o proclamando la “unidad” con los mismos fachas del PP que han sido responsables directos de la catástrofe.

Para parar los intentos de los fascistas de capitalizar esta tragedia el único camino es fortalecer y ampliar la autoorganización popular. No se ha visto entre los miles de voluntarios que se han arremangado para ayudar en las tareas de auxilio a los señoritos del PP y Vox, ni tampoco a los matones de Desokupa y otras bandas similares. Están muy ocupados expulsando de sus viviendas a personas que no pueden pagar un alquiler abusivo y se frotan las manos pensando en el volumen de negocio del que van a disfrutar en los próximos meses cuando, aprovechando la destrucción de la Dana, los caseros rentistas suban los alquileres y los contraten para expulsar a quién no pueda pagarlos.

Tampoco los empresarios valencianos, que tanta energía obligaron a sus plantillas a acudir al puesto de trabajo con riego de sus vidas, destacan por sus aportaciones para paliar la catástrofe. Sus preocupaciones son otras, como lo demuestra que el mismo día de la Dana, PP y Vox aprobasen en las Cortes Valencianas una enmienda para reducir de 500 a 200 metros la distancia mínima de los hoteles a las playas. El cambio climático, que es responsable de la magnitud de la Dana, solo interesa a los empresarios como una nueva oportunidad de hacer negocios aún más jugosos. Lo comprobaremos muy pronto, cuando los ingentes fondos de ayuda pública sean pasto de la codicia empresarial.

No va a ser un abrazo entre los gobernantes del PP y PSOE, bajo la mirada de Felipe VI, ni la subordinación a las políticas económicas del capital lo que frene al fascismo. El camino para aplastar esta amenaza es el que han marcado la juventud y la clase trabajadora de Valencia: ante la inacción de las instituciones, organizarse y ponerse manos a la obra, sin esperar las inexistentes instrucciones de alguna autoridad. Para acabar definitivamente con el fascismo hace falta dar un paso más y organizarse políticamente para coger en nuestras manos, en las manos de quienes con nuestro trabajo creamos toda la riqueza social, el control de los medios de producción y distribución y, con ello, el de nuestras propias vidas.

Solo el pueblo salva al pueblo, sí. Y solo acabando con el capitalismo y organizando la sociedad sobre bases socialistas y genuinamente democráticas pondremos fin a la barbarie.

 

[1]ElPaís. "Solo el pueblo salva al pueblo"

[2]El Diario. El pueblo no salva al pueblo