La huelga estudiantil del 27 de octubre ha sido un gran aldabonazo. Más de un millón y medio de jóvenes hemos vaciado las aulas de institutos y facultades, y más de 30 manifestaciones se han celebrado en todos los territorios del Estado con una participación de miles.

¡La salud mental es un derecho, no un privilegio!

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La combatividad y la determinación de la juventud se han visto hoy plasmadas de una manera rotunda en las calles, exigiendo una salud mental pública, gratuita y digna para todos y todas, y el fin de la privatización de la enseñanza pública. Y si hay una idea que ha recorrido toda la jornada es esta: no estamos ante un problema individual, sino del sistema capitalista, y solo hay una salida a través de la lucha colectiva y la organización revolucionaria.

Las manifestaciones, como se puede apreciar en los vídeos y las fotos, no han podido ser más combativas y animadas. En Barcelona, en València, en Madrid, en Sevilla, Málaga, en Almería, Jaén y Córdoba, en Bilbo, en Gasteiz, en Tarragona, en Vigo, en A Coruña, Ferrol, en Castelló, Alacant y Elx, en Gijón y Oviedo, Ávila… no hemos parado de corear consignas: no hay salud mental con tanta precariedad, faltan psiquiatras y sobran fachas, no tenemos pasta para pagar la terapia, gastos militares para escuelas y hospitales, estudiantes antifascistas, hablar del suicidio ayuda a prevenirlo… y muchas más.

Luchar por una salud mental digna es luchar contra el capitalismo

Hoy desde las calles hemos denunciado la emergencia social sin precedentes que vivimos. Los trastornos mentales, los TCA, el consumo disparado de antidepresivos y psicofármacos… suponen una agresión gravísima contra nosotros y nosotras. Que 11 personas se quiten la vida en el Estado español o que el suicidio sea la primera causa de muerte no natural entre los menores de 24 años revela que algo no funciona. Y lo que no funciona es el capitalismo.

Este sistema nos roba la posibilidad de tener una vida digna. ¿Cómo vamos a tener una buena salud mental si ser joven es sinónimo de ser precario, de tener un sueldo miserable o de no podernos independizar por el precio de la vivienda? ¿Cómo vamos a tener una buena salud mental si tenemos curros de mierda que no nos permiten socializar? ¿Cómo vamos a tener una buena salud mental si hay 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes? Mientras tanto, la sanidad privada y las grandes farmacéuticas están haciendo un gran negocio a costa de nuestro sufrimiento. ¡Nacionalización ya! ¡La salud mental tiene que ser un derecho no un privilegio para quienes se lo puedan pagar!

La educación pública no se vende, se defiende

Por si esta situación no fuera ya suficiente, tenemos que soportar una ofensiva generalizada por parte de la derecha y la extrema derecha contra la educación pública: las becas para ricos, el despido de profesores, el Pin Parental, los decenas de miles de estudiantes que año tras año se quedan sin plaza en la FP pública… Destruyen nuestros barrios y centros de estudio y encima luego nos dicen que “nos falta cultura del esfuerzo”, como hace Isabel Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, o nos criminalizan diciendo que somos la “generación de cristal”. ¡Qué sinvergüenzas!

Pero esta política también se está perpetrando desde la Moncloa. El Gobierno de coalición no sólo no ha revertido los recortes y las privatizaciones aplicadas por el PP durante años, sino que además aprueban leyes educativas que suponen un regalo para la patronal y la Conferencia Episcopal.

Todos los días escuchamos al Gobierno de Pedro Sánchez hablar “de lo público”, de la “importancia de la educación” y de la “salud mental”. ¿Pero dónde están los hechos? Nos dicen que no hay dinero para sanidad o educación, pero sí lo hay para armas, para la guerra imperialista, para las empresas del Ibex35 y para la Iglesia Católica. ¡Basta ya! Que todos esos recursos que van a los bolsillos de los capitalistas se pongan al servicio de las necesidades sociales.

Somos la juventud que no se rinde. ¡La lucha es el camino!

Este 27 de octubre ha sido un día inspirador y un gran paso adelante en la lucha por nuestro presente y futuro. Ahora tenemos que transformar nuestra rabia e indignación en organización, día a día, centro a centro y barrio a barrio, para poner fin a unas condiciones de vida que nos asfixian.

Nos quieren aplastados y en casa, nos tendrán combativos y en las calles. ¡Únete al Sindicato de Estudiantes, únete a la juventud revolucionaria!