El martes 28 de mayo el Consejo de Ministros ha reconocido diplomáticamente al Estado palestino. Lo que se presenta como una acción valiente y solidaria no es más que otro gesto de propaganda que no frenará el genocidio desatado por el Gobierno sionista de Netanyahu en Gaza, y cuyo último ejemplo ha sido el salvaje bombardeo en un campo de refugiados en Rafah quemando vivos a niños, mujeres y ancianos en sus tiendas de campaña.
El reconocimiento no va acompañado de la ruptura de relaciones políticas, económicas y militares con la máquina de matar sionista. Al contrario. Esta medida, cosmética y vacía, ya está siendo utilizada para ocultar la estrategia militarista del Gobierno de Sánchez y el apoyo que está prestando al régimen de Zelenski.
Mentiras y más mentiras
Durante meses hemos asistido a una campaña de mentiras por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores, y del Consejo de Ministros, señalando que no se vendían armas a Israel desde el 7 de octubre. Sin embargo, después de esa fecha se han rubricado tres grandes contratos de exportación de armas. Uno de ellos de un millón de euros por 9 toneladas de “bombas, granadas, torpedos, minas, misiles, cartuchos y demás municiones y proyectiles” el pasado noviembre, en plena ofensiva sobre Gaza.
España se ha integrado en el grupo de la OTAN que da apoyo a Israel en el Mediterráneo, con dos fragatas; está presente en la misión de la ONU en el sur del Líbano contra Hezbolá y en favor del Estado sionista; y ha puesto sus bases e infraestructuras militares al servicio del imperialismo yanqui jugando un importante papel en el aprovisionamiento y apoyo militar al Gobierno de Netanyahu.
Estos hechos ponen al descubierto la complicidad de la política exterior del Gobierno PSOE-Sumar con la estrategia de Washington y Tel Aviv.
¿Y romper relaciones con Israel?
Además, el reconocimiento del Estado palestino por parte del Estado español, junto a Irlanda y Noruega, llega tras haberlo hecho otros 144 Estados de los 193 presentes en la ONU. Es decir, que no parece la medida más revolucionaria, valiente y arriesgada de la diplomacia mundial.
Pero sobre todo no hay que dejarse arrastrar por esta vorágine de propaganda. Este reconocimiento forma parte de la estrategia imperialista que alumbró los Acuerdos de Oslo: dos Estados, uno Israel armado hasta los dientes y al que se reconoce su derecho a ocupar un territorio fruto de una limpieza étnica, la Nakba, que expulsó a más de un millón de palestinos de sus casas y tierras. Otro, el palestino, reducido a una Franja de Gaza arrasada por las bombas sionistas, y una Cisjordania asediada diariamente por las acciones asesinas de la policía y los colonos. Reconocer a este fantasmagórico Estado palestino implica reconocer el derecho de este Estado sionista, un Estado religioso y racial donde 7 millones de palestinos carecen de cualquier derecho, a existir sobre las bases coloniales y militaristas que permitieron su creación en 1948.
Todo este supuesto apoyo al pueblo palestino es pura palabrería. Un auténtico paripé incapaz de frenar los planes criminales del Gobierno de Netanyahu.
La realidad es que el Gobierno PSOE-Sumar sigue negándose a tomar las únicas medidas contundentes posibles en este caso: la completa ruptura de todas las relaciones económicas, diplomáticas y militares con Israel, sancionando a todas las empresas españolas que hagan negocios con el sionismo, y expulsando a la embajadora y al cuerpo diplomático israelí.
La diplomacia hipócrita no frenará la masacre en Gaza. Solo la lucha de masas levantando un potente movimiento internacionalista de solidaridad con el pueblo palestino y reivindicando una alternativa comunista hasta conseguir el derrocamiento del Estado sionista podrá acabar con esta barbarie.