La rebelión obrera y juvenil que sacude Francia se ha convertido en un desafío para la clase dominante de tal calado, que la burguesía macronista ha lanzado en tromba su aparato represivo para tratar de ahogar el levantamiento. Las imágenes de la violencia policial más brutal han llenado las redes sociales de todo el mundo.
No es posible dar una cifra precisa del número de detenciones que se han producido desde que comenzaron las protestas. Tan solo en la jornada de huelga del pasado 23 de marzo se estima que fueron 310 las personas detenidas, que se elevaron a 600 en los 2 días siguientes. Detenciones completamente arbitrarias, sin presentación de cargos ni ninguna garantía procesal. También la Francia Insumisa está en el punto de mira del aparato del estado, que ha llegado a arrestar a varios de sus dirigentes juveniles por participar en piquetes, además de abrir una investigación a Mélenchon por “ultraje público hacia personas depositarias de la autoridad”.
Estas detenciones masivas han ido acompañadas del enorme despliegue de arsenal militar empleado por la policía contra los manifestantes: granadas, gases lacrimógenos, pelotas de goma, cañones de agua, porras extensibles, escudos..., han sido utilizadas sin control provocando cientos de heridos, muchos de los cuales han tenido que ser hospitalizados y algunos en situación de extrema gravedad. La situación ha llegado a tal extremo que varias ONG han denunciado la brutalidad con la que las brigadas antidisturbios están reprimiendo las movilizaciones.
Una de las intervenciones más brutales se produjo el 27 de marzo contra una manifestación que exigía el cierre de cuenca minera de Sainte-Soline, que dejó más de 200 manifestantes heridos, 40 de ellos de gravedad. La policía no solo cargó de forma salvaje contra una movilización pacífica, sino que también impidió la entrada de las ambulancias con el objeto de seguir disparando a los heridos. Sobre estos hechos, la primera ministra, Élizabeth Borne, declaró: “solo puedo condenar la violencia extrema”, refiriéndose a los manifestantes ¿Cómo se puede ser tan cínica? La única violencia extrema que hay en Francia es la desatada por la policía y sus brigadas especializadas en reprimir la protesta social.
Violencia de clase
La rebelión social en marcha no ha caído del cielo azul. La experiencia de levantamientos anteriores como el de los chalecos amarillos ha sido decisiva para hacer avanzar el movimiento hasta el punto de poner en cuestión la dominación de los capitalistas. Pero la clase obrera no ha sido la única que ha sacado conclusiones de su experiencia: la clase dominante también ha aprendido del pasado y actuado en consecuencia.
En esta línea, una de las medidas en las que se han invertido los mayores esfuerzos ha sido en reforzar las brigadas de las policías especializadas en la represión, como es el caso de las famosas Compañías Republicanas de Seguridad. Esta brigada especial de la policía francesa, creada en 1944, cuentan con un largo historial de sangre contra la lucha obrera. Tan es así que una de las consignas más coreadas durante el levantamiento revolucionario de Mayo del 68 fue “¡Las CRS son las SS!”.
Des images dignes des pires régimes autoritaires.
— Antoine Léaument 🇫🇷 (@ALeaument) March 21, 2023
Macron, la honte de l’Europe. pic.twitter.com/C4e83QIfYy
Pero no es el único cuerpo que se ha destacado por su violencia. El caso de las Brigadas de Represión de las Acciones Violentas Motorizadas (Brav-M), un cuerpo de la policía de París creado durante la rebelión de los chalecos amarillos y que recibió decenas de denuncias por abuso y brutalidad policial, es un buen ejemplo. Ya entonces hubo un rechazo masivo a las Brav-M, por sus semejanzas a los “voltigeurs”, otra unidad especial creada en Mayo de 68 y que fue disuelta en 1986 tras el asesinato del joven Malik Oussekine, apalizado por 3 de ellos. Son tantos los testimonios de palizas y agresiones contra manifestantes, que la Francia Insumisa ha asumido la consigna de exigir la disolución de las Brav-M.
Las imágenes de agresiones sin mediar provocación, de ataques policiales en manada contra manifestantes aislados, los insultos y amenazas por parte de antidisturbios son un síntoma del profundo odio y la rabia de clase que sienten los capitalistas y su aparato del estado, así como su empeño en romper el entusiasmo y el ánimo de los trabajadores y la juventud en lucha.
Pero este intento de asfixiar y desmoralizar el movimiento no está provocando el efecto deseado. La represión no solo no es capaz de sofocar la rebelión, sino que está profundizando la actitud desafiante de la clase trabajadora.
Los acontecimientos en Francia están dejando al descubierto las profundas contradicciones de clase que recorren la sociedad. ¿Qué es del “estado de derecho europeo”? ¿Acaso las imágenes de policías apalizando manifestantes tienen algo que ver con una auténtica democracia? Claro que no: bajo el capitalismo la democracia no es más que un formalismo. Si el derecho de huelga o de reunión se convierte en un estorbo para los capitalistas, estos no dudan en suprimirlo y ahogar las movilizaciones con la represión más salvaje.
La clase obrera puede derrotar la represión
Los vídeos de manifestaciones nocturnas masivas contra la represión policial y exigiendo la libertad de los detenidos son una gran inspiración para los revolucionarios y revolucionarias en todo el mundo y una lección práctica de cómo se combate la ofensiva del estado burgués. Los llamamientos a confiar en la legalidad y la justicia burguesa se contradicen completamente con las conclusiones que han sacado la clase trabajadora y la juventud francesa.
🟡 Signalement n°5736
— Violences Policières (@violencespolice) March 23, 2023
« Dégage ! Dégage ! » hurlé à un homme par les policiers de la BRAV-M… tout en le maintenant au sol et le frappant de deux coups de pieds#Paris, 23/03/23, Source 🎥 @LeMediaTV#ReformeDesRetraites #Greve23Mars #ViolencesPolicieres pic.twitter.com/UGJk4d1yX5
Las imágenes de jóvenes formando cordones para proteger las manifestaciones de la represión policial son un ejemplo también de las medidas que debe tomar el movimiento: la autodefensa es la única garantía para defender los derechos democráticos de nuestra clase.
Sólo la acción directa de la clase obrera, ocupando los centros de trabajo y de estudio y la respuesta organizada puede derrotar la represión. Hay que hacer de cada centro ocupado un espacio para organizar la lucha y preparar comités de autodefensa para defender las manifestaciones y las huelgas frente a las agresiones de la policía y las bandas fascistas.
La rebelión obrera y juvenil en Francia ha puesto sobre la mesa el enorme poder de nuestra clase cuando se pone en marcha. La incapacidad de la clase dominante y el aparato del estado de desactivar la movilización es un síntoma de la fragilidad del orden capitalista. Existe la posibilidad real de romper con la dictadura de una ínfima minoría de financieros y plutócratas que nos someten a la mayoría a la opresión, la violencia y la pobreza y construir una sociedad nueva basada en una auténtica democracia, la democracia obrera.
¡Abajo Macron y la represión! ¡Viva el levantamiento revolucionario en Francia!