Lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza es un genocidio atroz. Ya son más de 8.500 asesinados, cerca de 3.400 de ellos niños y niñas, a manos del Estado sionista y fascista de Israel.
Los medios de manipulación, al servicio de los capitalistas e imperialistas, nos tratan de vender esta masacre como un “conflicto”, una “guerra” donde ambos bandos son igual de responsables, nos repiten que “Israel tiene derecho a defenderse” mientras justifican los crímenes más atroces del Gobierno israelí. No nos podemos dejar contaminar por esta propaganda que trata de engañarnos.
- ¿Cómo surgió el Estado de Israel?
El Estado de Israel no existe desde siempre, sino desde 1948. La zona en la que ahora se encuentra, que entonces era solo Palestina, estaba habitada primordialmente por árabes, aunque convivían, como en todo el mundo árabe, con judíos y cristianos. De hecho, muchos de los judíos expulsados de Europa durante siglos fruto del antisemitismo terminaron asentándose en países árabes. La zona se convirtió en un "protectorado" británico a principios de siglo, es decir, en una colonia.
Tras la segunda Guerra Mundial, y ante el proceso de descolonización, Gran Bretaña fomentó la división de Palestina. Aprovechando la conmoción por el holocausto, se acordó la creación del Estado de Israel, y una parte minoritaria de los judíos que vivieron el genocidio nazi emigraron hacia allí. El exterminio nazi fortaleció las posiciones del sionismo más reaccionario, que tuvo contactos con la Alemania nazi durante los años 30 defendiendo ideas supremacistas.
En noviembre de 1947, profesando el “divide y vencerás” que tanto promueven los imperialistas, se votó en la ONU la partición de Palestina, y en mayo de 1948 Israel proclama su independencia. La ONU dividió el territorio entre Israel (55%) y Palestina (45%), con Jerusalén bajo administración internacional. Pero esta “resolución de la cuestión nacional judía” tuvo unas consecuencias devastadoras.
Tras la independencia, Israel desató una guerra colonial y una limpieza étnica ocupando el 50% de la parte palestina más Jerusalén oeste. Fue la Nakba (“desastre” o “catástrofe” en árabe), que supuso la expulsión por la fuerza de 750.000 palestinos, el robo de sus casas y tierras, y el comienzo del apartheid. Las fuerzas armadas israelís quemaron 500 pueblos y se negó a los palestinos su derecho al retorno. Todo esto perseguía la “desintegración de la sociedad palestina”.
- ¿Por qué decimos que el Estado de Israel es un estado reaccionario y colonialista?
A pesar de que tras los Acuerdos de paz de Oslo y de Madrid en los años 90 se estableció un supuesto Gobierno palestino, la realidad es que ese Gobierno es una ficción, y las y los palestinos están a expensas de Israel, que controla sus recursos (como el agua), invade sus tierras expulsándolos de sus casas y asesina a palestinos, incluidos niñas y niños, sin ningún tipo de consecuencia. Es decir, la población palestina carece de cualquier derecho.
Gaza es el mayor campo de concentración del mundo. Viven en la más absoluta penuria, con la mitad de la población al borde del hambre, sin agua ni luz más que pocas horas al día, sin que puedan entrar suministros básicos, sin poder salir del territorio y sufriendo bombardeos que han causado miles de víctimas en los últimos años.
En Cisjordania la población palestina se ha visto rodeada progresivamente por alambradas y colonias ilegales de sionistas armados hasta los dientes.
Establecer colonias en un territorio por la fuerza para ir expulsando progresivamente a la población autóctona, en este caso los palestinos, es un crimen de lesa humanidad. Esto mismo lo hicieron los nazis en el este de Europa, por ejemplo en Polonia, expulsando y quitando la tierra a sus habitantes para dársela a alemanes desplazados allí por el régimen de Hitler. Por eso la ONU ha condenado reiteradamente a Israel por vulnerar las 26 resoluciones que existen sobre el conflicto y por negar al pueblo palestino su derecho a tener una tierra y un Estado.
Por otro lado, los árabes que viven en Israel y son ciudadanos israelís, sufren discriminación y un racismo institucional, y no tienen los mismos derechos que tienen los israelíes.
- ¿Denunciar los crímenes del Estado de Israel es ser antisemita?
No, por supuesto que no. Muchos y muchas de nosotros hemos estudiado el exterminio contra el pueblo judío, los guetos y los campos de concentración, las cámaras de gas y los innumerables crímenes atroces que el régimen nazi cometió contra millones de judíos y judías. Y precisamente porque estamos concienciados sobre qué significan los genocidios, denunciamos lo que está haciendo el Estado de Israel.
El problema es el sionismo, que es una ideología ultranacionalista racista que defiende la superioridad de los judíos sobre los árabes, como demostró el Ministro de Defensa de Israel cuando hablo de los palestinos como animales. Esa es la política que promueve el Gobierno fascista de Netanyahu. De hecho, este ultraderechista, culpó del genocidio nazi no a Hitler, ¡sino a los árabes!
Señalar al Estado de Israel como lo que es, un Estado criminal y asesino, no significa criminalizar a los jóvenes y trabajadores israelís que, por cierto, están también protagonizando grandes luchas contra su propio Gobierno y contra un deriva autoritaria que amenaza los derechos democráticos más básicos. De hecho, ante la actual masacre en Gaza, numerosos judíos en todo el mundo, contrarios al sionismo, por ejemplo en EEUU, están manifestándose y luchando en defensa de los derechos del pueblo palestino. ¿Son también estos judíos antisemitas por denunciar al Estado de Israel? ¡Obviamente no!
- ¿Cuál es el papel de EEUU, la UE y las instituciones internacionales?
Si el Estado de Israel puede hacer lo que hace contra Palestina es precisamente porque cuenta con la complicidad de EEUU, de la Unión Europea y de las instituciones internacionales, que no han movido ni un solo dedo en décadas para evitar el sufrimiento de la población palestina.
Tanto para EEUU como para los Gobiernos europeos la ocupación y la guerra permanente contra el pueblo palestino es un gran negocio, con el que se forran las multinacionales occidentales, y también muchos regímenes árabes, que dicen defender la causa palestina pero no es verdad. ¡Sólo les importa su dinero!
El caso del Estado español, el presidente Pedro Sánchez habla mucho de “luchar contra la extrema derecha”, pero no ha tenido problema en apoyar al actual Gobierno ultraderechista, fanático y racista de Netanyahu. Pedro Sánchez habla del derecho de Israel a defenderse, pero respetando “el derecho internacional” o que una solución es una “conferencia de paz en seis meses”. Parece una broma. Ninguna reunión en seis meses va a evitar que el pueblo palestino siga siendo asesinado hoy.
Si el Gobierno de Pedro Sánchez quiere defender los derechos humanos de verdad, que condene sin titubeos el genocidio sionista en Gaza y rompa todas las relaciones políticas, económicas y militares con Israel. ¡Que dejen de enviar armas y dinero a Netanyahu! Aquí no hay neutralidad posible. O se está con el pueblo palestino o se es cómplice de la destrucción sionista.
- ¿Por qué es tan importante levantar la solidaridad internacionalista en todo el mundo?
En todo el mundo se están celebrando movilizaciones multitudinarias en solidaridad con el pueblo de Palestina. De Nueva York a Sídney, pasando por muchísimos países del mundo árabe, Europa y América Latina, la indignación de millones se respira con fuerza. Todas las televisiones están intentando ocultar estas imágenes de forma interesada y nos dicen que vayamos con cuidado porque los palestinos son todos unos terroristas que apoyan a Hamás. De los medios de comunicación nos podemos creer poco. Las manifestaciones que recorren el mundo no tienen nada que ver con apoyar el integrismo religioso.
La solidaridad que estamos mostrando es de clase, revolucionaria y de izquierdas. Y es tan importante seguir movilizándonos porque la única forma de frenar este genocidio es demostrando que el conjunto de los trabajadores y jóvenes del mundo estamos en contra de lo que está pasando en la franja de Gaza. Los capitalistas siempre nos intentan dividir basándose en la religión, en el color de nuestra piel o nuestro lugar de origen. Estamos demostrando que por encima de todo eso nos une pertenecer a una misma clase, la clase trabajadora.
No podemos confiar en los Gobiernos y en las instituciones que llevan permitiendo la barbarie en Gaza durante 75 años. Tenemos que confiar en nuestras propias fuerzas.