La absolución de Dani Alves por parte del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) es un claro ejemplo de cómo el sistema judicial está diseñado para proteger a los poderosos y silenciar a las víctimas.

A pesar de las pruebas presentadas, el TSJC ha decidido revocar la ya escasa condena de cuatro años y medio de prisión impuesta anteriormente por violación, argumentando “falta de fiabilidad en el testimonio de la denunciante”. Y esto lo dicen un juez y tres juezas a las que, sin embargo, no les parece para nada relevante que Alves cambiara cinco veces, al menos, su versión de los hechos.

Estamos ante otro ataque a todas las mujeres que han sido víctimas de agresiones sexuales y una nueva muestra de la impunidad que disfrutan los hombres ricos y poderosos en este sistema patriarcal y capitalista.

Esta escandalosa y vergonzosa decisión judicial no solo revictimiza a la mujer que tuvo el valor de denunciar, sino que también envía un mensaje desalentador a todas aquellas que buscan justicia: en este sistema, el dinero y la fama pesan más que la verdad y la dignidad de las mujeres.

El sistema judicial patriarcal y burgués está podrido. ¡Depuración ya!

Recordemos que Dani Alves, exjugador del FC Barcelona y ferviente seguidor del ultraderechista Jair Bolsonaro, fue acusado de violar a una joven de 23 años en la discoteca Sutton de Barcelona en diciembre de 2022. Las pruebas en su contra eran contundentes: contradicciones evidentes en sus declaraciones, grabaciones de la discoteca, testimonios de testigos y la intervención de la Unidad Central de Agresiones Sexuales (UCAS). Todo ello llevó a su detención y posterior ingreso en prisión preventiva sin fianza.

Sin embargo, la maquinaria mediática y judicial burguesa del sistema patriarcal no tardó en ponerse en marcha para proteger a uno de los suyos. Los medios de comunicación burgueses se volcaron en humanizar al agresor, destacando el sufrimiento de su familia y dando voz a declaraciones que intentaban desacreditar a la víctima. Su abogado, el ultraderechista Cristóbal Martel, no dudó en atacar al movimiento feminista, acusándolo de ser "el nuevo gestor de la moral social" y de tener una influencia desmedida en el sistema penal.

Finalmente, consiguió salir en libertad tras pagar una fianza de un millón de euros, es decir, por una miserable calderilla para un personaje como este. Y es que si tienes pasta, violar a una mujer te sale muy barato.

Esta estrategia no es nueva. Cada vez que una mujer se atreve a alzar la voz contra su agresor, especialmente si este es una figura pública con poder y dinero, el sistema se moviliza para desacreditarla, cuestionar su testimonio y, en última instancia, proteger al agresor. Es el mismo patrón que hemos visto una y otra vez, donde la justicia patriarcal actúa como cómplice de los violadores, garantizando su impunidad y perpetuando la violencia machista.

Esta decisión no solo es un insulto a la víctima, sino también a todas las mujeres que luchan diariamente contra la violencia machista.

No podemos olvidar que lo sucedido en la discoteca Sutton no es un caso aislado. La cultura de la violación sigue siendo una realidad. Cada noche, en locales de ocio nocturno de todo el país, se reproducen situaciones similares, fruto de la mercantilización de los cuerpos de las mujeres que promueve el capitalismo. Lo vimos con el caso de La Manada, lo vimos en el Centro Comercial Màgic de Badalona, lo vemos en los titulares diarios sobre violencia machista. Necesitamos una educación sexual inclusiva en las aulas ya. Hay que tumbar al Régimen del 78 y depurar el aparato judicial de juezas y jueces reaccionarios, herederos de la dictadura franquista.

Si no nos matan, no nos creen. Así de brutal es la realidad que enfrentamos las mujeres en este sistema patriarcal y capitalista. Nos exigen pruebas irrefutables, relatos perfectos, reacciones "adecuadas" al trauma. Si sobrevivimos a una agresión, nos preguntan por qué no resistimos más, por qué no gritamos más fuerte, por qué no escapamos. Pero si nos matan, entonces sí somos víctimas "dignas" de ser escuchadas, siempre y cuando nuestra historia no incomode al poder. Este sistema no solo protege a los agresores, sino que nos obliga a demostrar una y otra vez que lo que sufrimos es real. Nos quieren sumisas, nos quieren calladas, pero no lo lograrán.

¡Se acabó! ¡Basta de violencia machista!

Como hemos dicho alto y claro en las movilizaciones del pasado 8 de marzo: ¡se acabó! No podemos seguir permitiendo que la justicia patriarcal y clasista siga protegiendo a los agresores y juzgando a las víctimas. Es imprescindible que nos organicemos y luchemos juntas para derribar este sistema opresor que perpetúa la violencia contra las mujeres.

Es fundamental que salgamos a las calles. La lucha feminista es más necesaria que nunca. Debemos continuar denunciando la violencia machista y clasista en todas sus formas, señalando a los agresores y a sus cómplices, y exigiendo la depuración de este sistema judicial que nos juzga a nosotras y los protege a ellos. No permitiremos que nos silencien, no aceptaremos más impunidad.

La absolución de Dani Alves es una muestra más de que el sistema judicial y el sistema capitalista están podridos y solo nos proporciona barbarie y miseria. Pero también es un motivo más para reafirmarnos en que no descansaremos hasta acabar con él.

¡Organízate en Libres y Combativas para defender un feminismo combativo y antifascista!