El domingo 16 de febrero se cumplían cuatro años desde la entrada en prisión de Pablo Hasél. Nadie pone en cuestión que las letras de sus canciones señalando a la monarquía como la institución podrida que es y que los Borbones son unos ladrones han sido superadas por la realidad. No es ningún secreto que Juan Carlos I es un corrupto, un putero, un machista y un fascista de tomo y lomo. Como tampoco lo es que todo lo que hizo fue con la connivencia y apoyo incondicional del aparato del Estado del régimen del 78, que jamás fue depurado tras la muerte del dictador, el mismo que le colocó a dedo en la jefatura del Estado.

Todo eso es vox populi. Y sin embargo Hasél sigue en prisión por denunciar y decir la verdad. Y seguirá encarcelado hasta 2027 porque este Gobierno del PSOE y Sumar se niega a aplicarle la Ley de Amnistía, igual que no ha querido derogar la Ley Mordaza y permite la infiltración policial en los movimientos sociales y la izquierda combativa.

Y mientras tanto es el emérito, viviendo a cuerpo de rey en Abu Dhabi y parasitando las arcas públicas, quien está en libertad. Esta es la doble moral, el cinismo y la justicia clasista y franquista construida a medida de los ricos y poderosos que nos brinda el sistema capitalista.

Los delitos de enaltecimiento del terrorismo, injurias a la Corona y las instituciones del Estado —por los que ha sido condenado Hasél— son un herramienta muy útil en manos aparato del Estado para amedrentar, reprimir, enjuiciar y encarcelar a todos aquellos que luchamos contra este sistema y denunciamos sus lacras e injusticias. Y sí, lo decimos alto y claro: Pablo Hasél es un preso político. Porque lo llaman democracia y no lo es.

El estallido de indignación que provocó su detención fue respondido con una represión policial salvaje. Mientras el Gobierno autodenominado “más progresista de la historia” permitía aquella agresión flagrante a la libertad de expresión, mandaba en tromba a los antidisturbios a darnos palos.

Han pasado 4 años y todavía sentimos una rabia inmensa al ver a Hasél en la cárcel, y ahora también a los 6 de Zaragoza; cuando recordamos que Valtònyc sigue en el exilio o cuando decenas de raperos, artistas, activistas de los movimientos sociales, del sindicalismo combativo,  antifascistas, feministas… son enjuiciados, multados y reprimidos por denunciar la barbarie de este sistema y a sus responsables.

Desde el Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria queremos manifestar una vez más nuestra solidaridad incondicional con Hasél y con todas las víctimas de la represión estatal y policial. Continuaremos impulsando y participando en las movilizaciones exigiendo su libertad y denunciando este atropello a la libertad de expresión y a los derechos democráticos más elementales.

No confiamos en esta justicia heredada de una dictadura sanguinaria, pero sí lo hacemos en los cientos de miles de luchadores y luchadoras que llenamos las calles por la libertad de expresión, contra el machismo y la LGTBIfobia, contra el genocidio palestino, el fascismo y en defensa de los derechos de la clase trabajadora. Porque este sistema nos quiere calladas y callados, nosotros nos rebelamos contra él y su justicia.

¡Rapear no es delito!

¡Libertad para Pablo Hasél!