Hace unos días el Sindicato de estudiantes convocó una huelga en Parla contra una serie de reglamentos de régimen interno racistas que prohíben el uso del hiyab en las aulas y discriminan a las jóvenes que lo llevan. Podemos decir con orgullo que esta campaña nos ha convertido en el enemigo a abatir de la ultraderecha católica, fascista y rojiparda. No esperábamos menos, y para nosotros es una confirmación de que nos hemos colocado en el lado correcto de la barricada.

Sin embargo, no todos podrán decir los mismo cuando echen la vista atrás. Porque también hemos asistido con asombro como un grupo considerable de personas, en principio progresistas e incluso feministas, se han sumado a la caza de brujas en redes para, en nombre de un laicismo muy mal entendido, aplastar a las adolescentes musulmanas que han pedido el apoyo al SE para no ser criminalizadas.

La ultraderecha ha convertido al musulmán en el judío del Siglo XXI

La cuestión es muy concreta y el contexto importa. La ultraderecha está a la ofensiva en Occidente. En el momento de escribir estas líneas, ha pasado casi año y medio desde que el Gobierno nazi-sionista de Israel se lanzó a una brutal campaña de exterminio y desplazamiento contra el pueblo palestino de Gaza, a la par que masacra y que prepara futuras expansiones de esta hecatombe contra los palestinos de Cisjordania.

Dicho genocidio ha sido abiertamente apoyado, justificado y defendido por todo el espectro conservador, desde los cada vez menos moderados democristianos europeos hasta los herederos del nazismo alemán. Es más, todos los Gobiernos socialdemócratas de Occidente, serviles lamebotas del imperialismo americano, y entusiastamente fundidos con el aparato del Estado y el capital financiero, han sido criminalmente cómplices de este genocidio. En el mejor de los casos, como es el del Gobierno del Estado español, el apoyo económico, comercial y militar se ha escondido tras una escenificación de gestos vacíos y discursos de “solidaridad” con el pueblo palestino. Pero la socialdemocracia española, con cuyo apoyo el candidato de Giorgia Meloni fue nombrado vicepresidente del Ejecutivo de la Comisión Europea, no ha hecho nada verdaderamente serio para romper con esta complicidad.

La brutal campaña de exterminio y limpieza étnica en Gaza y Cisjordania está siendo apoyada por la extrema derecha, la derecha y por la socialdemocracia occidental.

En el caso de Alemania la cosa ha llegado especialmente lejos. Ahí, el movimiento contra el genocidio en Gaza ha estado de facto prohibido y sus activistas han tenido que hacer frente a una dura represión para ejercer sus derechos de reunión política y manifestación por la causa palestina. El SPD (el Partido Socialista Alemán) y Los Verdes han contribuido desde el Gobierno a generar este ambiente represivo, y han respaldado activamente actuaciones policiales salvajes con cientos de arrestos.

Bajo un supuesto halo progresista, posturas que en el fondo son islamófobas (y que dividen de facto a la clase trabajadora en líneas racistas y religiosas) han llegado demasiado lejos en estas organizaciones de la izquierda. Hasta tal punto que Die Linke ha tenido una escisión rojiparda muy significativa. De hecho, el avance de AfD en estas elecciones se ha realizado recurriendo constantemente a un discurso que hace del extranjero y del Islam, su chivo expiatorio. La teoría del gran reemplazo ha sido agitada constantemente para culpabilizar a la población inmigrante, y especialmente musulmana, del deterioro de las condiciones de vida de la clase obrera alemana. Exactamente igual que hacía Hitler utilizando el antisemitismo para responsabilizar a los judíos del desastre económico que vivían las masas alemanas.

El método en 1933 y en 2025 es el mismo, pero los sujetos políticos a criminalizar han cambiado. Antes la extrema derecha era profundamente antisemita. Hoy los fascistas y reaccionarios del mundo son islamofóbicos y fanáticos partidarios de Netanyahu. Todos ellos han aplaudido a rabiar las masacres que ha perpetrado el sionismo. Pero Milei, Trump, Bolsonaro, Orban, Abascal… también tienen otra cosa en común: son misóginos, profundamente machistas y han colocado al movimiento feminista una diana en la cabeza. ¿Es esto relevante para fijar una posición políticamente consecuente? Nosotros creemos que sí.

Parla: el deterioro de las condiciones de vida de los inmigrantes

Parla es uno de los municipios con más población musulmana de Madrid y, en general, inmigrante. Las condiciones de degradación de la ciudad son evidentes para todo el que no quiera ponerse una venda en los ojos. Esto ocurre en un municipio que, con la excepción del periodo 2015-2019, ha sido gobernado sin excepción por el PSOE.

En las zonas más deprimidas de nuestro municipio los trabajadores tenemos que soportar interrupciones durante semanas del alumbrado público. Cortes de agua, debido al abandono de las tareas de mantenimiento, que se prolongan durante días. Y una más que deficiente recogida de basura y limpieza viaria. Los servicios públicos, por supuesto, están abarrotados y son insuficientes para cubrir las necesidades de un lugar donde el paro alcanza cotas epidémicas. Hace poco se ha denunciado que los colegios públicos están muy deteriorados, con tejados en mal estado y clases con humedades. Estos son los barrios en los que, sin mayores conflictos de convivencia, habitamos trabajadores nativos y extranjeros de distinto origen, principalmente de origen latino y árabe.

Bajo estas condiciones la policía, local o nacional, nunca aparece para garantizar nuestro derecho a una vivienda digna, o para que trabajemos con un contrato laboral legal, o a no ser discriminados por razón de sexo, etnia o religión. En cambio, sí actúa con gran contundencia para acosar a la población migrante y ejercer sobre ella todo tipo de abusos.

Las jóvenes musulmanas que se manifestaron contra la racista prohibición del hiyab, agitando banderas del Sindicato de Estudiantes y Libres y Combativas, tienen que franquear todos los días, igual que sus padres y el resto de la población inmigrante, un cordón policial que se sitúa a las 6 de la mañana frente a los tornos del tren de cercanías. La imagen es más propia de un campo de concentración nazi que la que esperaríamos de un municipio gobernado durante casi 50 años por el PSOE. De entre las personas que se agolpan en las horas punta para ir a trabajar, estos operativos racistas de la Policía Nacional sacan cada mañana a numerosos migrantes al azar y les piden los papeles cuánto más vulnerables los ven. ¿Su delito? Madrugar para ir a ser explotados por salarios miserables, pero tener la tez del inmigrante.

La discriminación racista que sufren por parte de las instituciones democráticas es muy concreta. Y las normativas de régimen interno de los institutos públicos que han provocado la movilización del SE y de LyC son otra discriminación racista, y machista. Además, la hipocresía para justificar la prohibición del hiyab en las aulas no puede ser mayor. ¡Para que las escuelas públicas sean espacios laicos! Y se nos dice esto cuando la Iglesia Católica tiene el privilegio de difundir su credo y su discurso machista, homófono y tránsfobo durante las clases de religión en los centros públicos de Parla y de todo el Estado español. Clases de religión impartidas por profesores seleccionados por las diócesis bajo los criterios de la Conferencia Episcopal, pero cuyos sueldos, eso sí, se pagan con fondos del Ministerio de Educación. ¡Muy laico todo!

Sí, la prohibición del hiyab implica una violencia racista e islamófoba muy clara y muy concreta. Ahora muchas personas que histéricamente nos acusan de apoyar al Islam, al patriarcado, y a la ablación de genitales, todo ello mentira obviamente, resulta que en nombre del laicismo se están encontrando como compañeros de barricada con los fundamentalistas católicos y fascistas de VOX o los escuadristas de Frente Obrero. 

Las condiciones de degradación de Parla son evidentes. En un municipio que, con excepción del periodo 2015-2019, ha sido gobernado por el PSOE.

La manifestación por el uso del hiyab fue antirracista, no islamista

Las normativas de régimen interno de los institutos que prohíben el hiyab en Parla son, además de racistas, completamente reaccionarias. En estos mismos centros se prohíbe el uso de otras prendas de vestir cómo son los pantalones cortos,  los tops o las minifaldas “muy cortas”. En definitiva, se trata de imposiciones arbitrarias que establecen un código de vestimenta y conducta conservador.

Ante esto, un grupo de madres y jóvenes buscaron ayuda en el Ayuntamiento, el Defensor del Pueblo y en la Comisión Islámica de España; y todos ellos les dieron la espalda y han jugado a eludir una solución. En cambio, cuando tocaron las puertas del Sindicato de Estudiante la cosa fue muy distinta. Las comunistas revolucionarias que militamos en el SE, las hemos animado a dar un contenido profundamente antifascista a su lucha. Las hemos acompañado  en su auto-organización colectiva, sin tutelas. Y les hemos propuesto las únicas herramientas útiles que conocemos para emprender la senda de la emancipación: apelar a la solidaridad de clase, vincular su problemática con la de las jóvenes nativas, organizarse mediante asambleas y comités, extender su lucha y recurrir a la acción directa. Además, esta movilización ha tenido una gran utilidad. Cuando ellas han dado este primer paso han aparecido un montón de estudiantes en la Comunidad de Madrid soportando normativas similares.

La acción que han protagonizado es muy valiente,  y se han ganado el odio de los rojipardos y los fascistas, que las están sometiendo a una campaña de señalamiento en redes sociales. Incluso han ido más lejos criminalizándolas en sus barrios y en sus propios institutos, mediante pintadas y cartelería xenófoba.

Pero no solo se han encontrado en frente a estos fascistas. El aparato del estado es consciente de que esta lucha incide en una olla podrida que mantiene bien tapada: hay que evitar que este sector de la población se levante y actúe organizadamente contra sus condiciones laborales miserables, que desafíe el miedo a la deportación, que ponga en la picota el racismo institucional.

La huelga fue duramente reprimida por los directores. Uno de ellos, recluyó a las estudiantes musulmanas en clase, solo las chicas, para impedir su participación en la manifestación. Incluso se les prohibió ir al baño para evitar la posibilidad de que escaparan a participar junto a sus compañeras.

No solo eso, se utilizó a la policía municipal para impedir que las jóvenes fueran a la huelga, y sus efectivos amenazaron con detener a las compañeras del Sindicato de Estudiantes, que además son titulares del Consejo Escolar del Estado, que entraron en el instituto para garantizar el ejercicio del derecho a huelga. No fue un Imán o un fundamentalista Islámico quién perpetró este brutal atropello, sino un director de instituto democrático y occidental.

El propio consistorio municipal, con su alcalde del PSOE a la cabeza, también se ha empleado a fondo y personalmente en generar esta discriminación. Obviamente, para este partido se trata de mantener el statu quo, por eso en sus 50 años de gobierno municipal no ha hecho otra cosa que amparar la presión policial racista y gestionar la miseria del municipio en lugar de rebelarse contra ella. El Gobierno municipal ha esparcido que los del Sindicato de Estudiantes “son unos radicales”, que “las estamos instrumentalizando” y que, esto sí que es un clásico, las estamos poniendo “en la diana de la ultraderecha”.

Pero las jóvenes musulmanas se mantuvieron firmes con la organización de la huelga y la manifestación porque encontraron en el Sindicato de Estudiantes y en Libres y Combativas un cauce que ha dado valor a sus reivindicaciones, que ha sabido ver el trasfondo racista de la presión que sufren.

Las imágenes de la manifestación son una prueba gráfica de ello. Varias cientos de estudiantes jóvenes, cubiertas por le hiyab y agitando banderas de Libres y Combativas, sostenían en sus manos pancartas de cabecera con los mensajes:

“QUIERO ESTUDIAR NO ME HAGAS ELEGIR ENTRE MI FE Y MI EDUCACCIÓN · NO AL MACHISMO NO AL RACISMO”, junto con otra que señalaba “NO AL RACISMO·BASTA DE DISCRIMINACIÓN CON LAS ESTUDIANTES MUSULMANAS” firmada por el Sindicato de Estudiantes.

El video del discurso de Coral Latorre, secretaria del Sindicato de estudiantes, también es muy revelador:

 

Yo no llevo hiyab, soy profundamente atea, pero esta lucha también es de todas las que defendemos unas aulas libres de islamofobia y machismo [Seguido de los aplausos de una multitud de chicas vestidas con hiyab al grito de ¡Vivan las mujeres!]

 ¿Qué imagen proyectan? ¿La de una masa de mujeres sin voluntad instrumentalizadas por sus padres, sus novios y sus líderes religiosos? ¿Chicas sin opinión propia y reaccionarias a las ideas de la izquierda porque debajo del hiyab, se ve, en lugar de cerebro solo hay extremismo islamista?

Después de esta experiencia ¿están más oprimidas por el machismo? O, en cambio ¿han avanzado pasos de gigante en su propia emancipación? ¿Están más cerca de comprender las ideas de los comunistas revolucionarios o más lejos? ¿Están más fusionadas con la juventud nativa? ¿Ven en las ateas militantes compañeras de batalla antirracista? ¿Están más aisladas en líneas religiosas? Estas preguntas se responden solas. La manifestación dibuja una imagen muy clara: la de un grupo de mujeres entusiasmadas y eufóricas, por sentirse hermanadas entre sí y entre sus compañeras de clase social, la clase obrera, en una lucha colectiva por liberarse imposiciones antidemocráticas y racistas.

El Sindicato de Estudiantes dio un ejemplo de política revolucionaria y unidad de clase

A todos aquellos y aquellas que hoy nos critican desde un laicismo más que dudoso, les decimos con claridad, ¿qué tendrían que haber hecho las compañeras del Sindicato de Estudiantes cuando un grupo de madres y estudiantes, pidiendo desesperadamente ayuda para luchar contra unas normativas excluyentes y racistas, llamaron a su puerta? ¿Tendrían que haberse limitado a explicarles lo opresivo que es el hiyab y aceptar unos reglamentos de régimen interno absolutamente reaccionarios, que las criminalizan a ellas, pero permiten que la Iglesia Católica campe a sus anchas sin ninguna restricción? ¿Así es como se defiende el laicismo, y se combate la islamofobia?

Por supuesto, los comunistas revolucionarios somos ateos militantes y llevamos en el ADN combatir las ideas religiosas porque son un instrumento de opresión capitalista, reaccionario, antiobrero y machista. ¿El hiyab oprime? Sí, el hiyab oprime y es un símbolo del patriarcado islamista, igual que la cruz, que los curas pedófilos, que la Iglesia homófoba. También las modas que sexualizan a las mujeres lo hacen, y no por ello nos situamos al lado de los santurrones que predican castidad y faldas largas.  Pero, ante todo, nuestro deber principal es luchar contra una medida discriminatoria, que solo oprime a una minoría y da alas a la extrema derecha en su campaña de islamofobia. Nuestra tarea es defender la unidad de la clase obrera por encima de divisiones raciales o religiosas.

El movimiento obrero siempre ha defendido toda lucha en contra de cualquier discriminación y tiene todo el sentido del mundo. Todo aquello que nos oprime, todo aquello que nos aliena tiene un origen común: los capitalistas y su sistema, que basa sus privilegios en nuestra explotación. Unirnos en nuestros trabajos y barrios es nuestra fuerza para mejorar nuestras condiciones laborales, dignificar nuestros hogares y tener mayores espacios de libertad política y democrática.

Esta confraternización, obviamente, solo se puede asentar sobre la base del respeto y la defensa de la libertad de culto con las que cada sector de los oprimidos se puede identificar. Por supuesto, no tenemos que ocultar nuestras convicciones ateas, y en el marco de conversaciones fraternales también es nuestro derecho el exponer a nuestros compañeros y compañeras musulmanas la filosofía que las sustentan. Pero si intentáramos hacer campañas estruendosas a favor del ateísmo antirreligioso, no nos comportaríamos como comunistas consecuentes. Como siempre señalaron Marx, Engels y Lenin, este tipo de “izquierdismo” pequeñoburgués solo reforzará la posición de la religión y su influencia entre los oprimidos. Nosotros apelamos a la lucha revolucionaria de las masas, a la unidad de los trabajadores y de la mujer trabajadora, por encima de cualquier tipo de división étnica, nacional o religiosa. No es tan difícil de entender.

Lenin abordo este asunto en su escrito La Actitud del partido obrero hacia la religión (1909), que es realmente clarificador.  En él cargó duramente las tintas contra aquellos que en nombre de un ateísmo supuestamente radical desvían la atención del medio principal para nuestra liberación: la lucha de clases. Dividirnos en líneas religiosas ha sido una herramienta muy útil para todas las clases explotadoras a lo largo de la historia, y Lenin en ese texto es muy crítico con aquellos que desde la izquierda les hacen el juego. Así mismo reivindica la laicidad del Estado y la reivindicación de que la cuestión religiosa sea exclusivamente privada respecto de este, garantizando y protegiendo el ejercicio libre de la fe religiosa.

Las comunistas revolucionarios somos ateos y combatimos las ideas religiosas porque son un instrumento de opresión capitalista y reaccionario.

La Revolución de Octubre siguió este principio, aprobando un Decreto sobre la libertad de conciencia y las asociaciones eclesiásticas y religiosas (1918). Como Lenin insistía, defender estos principios no significa que el partido deba renunciar a practicar un ateísmo militante —cómo en la práctica cayeron los socialdemócratas alemanes, señala en el texto—. Es deber del partido hacer propaganda en contra de las ideas religiosas que ocultan tras el misticismo un sistema de valores y conductas que perpetúa la explotación capitalista, que contribuyen a enmascarar el carácter explotador del sistema, y conducen a que los oprimidos se identifiquen con los capitalistas. Sin embargo, Lenin siempre reivindicó el derecho de los creyentes a militar activamente con los comunistas, sin necesidad de renunciar a su fe y sus símbolos, siempre que no dieran ese paso a la militancia como un medio para la predicación religiosa. 

De hecho, el partido bolchevique fue enormemente flexible en su tarea de unificar a las masas proletarias. Su tarea principal era organizar a los obreros, y nunca dejó que la intransigencia sectaria fuera un obstáculo. En la Revolución rusa jamás se prohibieron los símbolos religiosos, ni tampoco el hiyab. Las revolucionarias bolcheviques del Zhenontel, la plataforma de las mujeres del Partido Comunista de la URSS, no tenían ningún problema en ponerse el velo para acercarse a las mujeres oprimidas de los pueblos de Asia para ganarlas a la causa del comunismo.

Incluso, Lenin y los bolcheviques llegaron a acuerdos con grupos religiosos disidentes que sufrían la opresión de la curia ortodoxa para ganarlos a la causa de la Revolución de Octubre e implicarlos en la lucha del Ejército Rojo contra la contrarrevolución zarista. Los artículos de Marx, Engels, y Lenin en los que explica que la religión no se puede abolir mediante represión e imposiciones se cuentan por decenas. Todo esto es un libro cerrado para quien no quiere entender la posición del genuino comunismo, pero en cambio se encuentra cómodo en la misma compañía de Vox y de otros fascistas islamófobos y machistas.

La huelga y manifestación que impulsaron el Sindicato de Estudiantes Y Libres y Combativas en Parla fue la demostración viva de cómo se desenvuelven las organizaciones revolucionarias para cortocircuitar las divisiones sectarias entre la juventud y los trabajadores. 

Solo podemos terminar estas líneas diciendo que desde Izquierda Revolucionaria no podemos sentir un mayor orgullo por las jóvenes musulmanas que salieron en manifestación, y que se están haciendo dueñas de su propia lucha antirracista. Ni tampoco podemos sentir una mayor repugnancia por la campaña islamófoba que están soportando. Su ejemplo nos llena de entusiasmo y de inspiración.

¡Proletarios y proletarias del mundo, uníos!

¡Viva el internacionalismo revolucionario!