El enemigo principal está en casa

La burguesía europea y una coalición integrada por los partidos de la derecha conservadora y la socialdemocracia se han conjurado para imponer al continente el mayor plan de rearme desde la Segunda Guerra Mundial. Bajo la burda y ridícula excusa de que Putin pretende invadir Europa, la campaña de propaganda de los medios de comunicación del gran capital se resume así: Europa debe defenderse de una amenaza existencial que pretende acabar con nuestro reino de libertades y derechos humanos.

Esta agenda militarista es una continuación de las políticas neoliberales y las atrocidades imperialistas que el mundo lleva sufriendo desde hace décadas. Los mismos dirigentes europeos que ahora tratan de vendernos la “paz” han respaldado todas las intervenciones criminales de la OTAN en más de setenta años, patrocinado el genocidio sionista en Gaza, y regalan millones al régimen neofascista de Zelenski. Son los que asumen el discurso racista de la extrema derecha y adoptan una legislación abiertamente represiva.

Esta propaganda también trata de ocultar un hecho incontestable: la guerra imperialista en Ucrania ha terminado con una colosal derrota para el bloque occidental. Un fracaso histórico regado con la sangre de ucranianos y rusos, de jóvenes y trabajadores enviados a una matanza cruel en la que no hay ningún bando que luche por otra cosa que no sea los intereses económicos, militares y geoestratégicos de sus oligarquías respectivas.

A pesar de todos los adornos que quieran colocar los gobernantes europeos y la socialdemocracia a su política militarista, los planes que han aprobado muestran su seguidismo hacia las exigencias de Trump, y concuerdan perfectamente con el furibundo nacionalismo de las formaciones ultraderechistas europeas. La clase dominante europea está defendiendo sus intereses imperialistas, como siempre ha hecho. No les importa ni la democracia, ni los derechos humanos ni la supuesta independencia de Ucrania.

Los capitalistas se frotan las manos…

Las UE y sus Gobiernos, incluido el de Pedro Sánchez, han anunciado un plan de gasto público de más de 800.000 millones de euros para el rearme europeo, de los que 150.000 millones se materializaran emitiendo deuda común. Para agilizar el desembolso han acordado excluir los gastos corrientes e inversiones militares en el cálculo del déficit de cada país, y que se pueda rebasar el límite anterior hasta una cantidad equivalente ¡al 1,5% del PIB!

Estamos hablando de movilizar recursos gigantescos para militarizar Europa, justo en el momento en que los gastos sociales se hunden y el empobrecimiento se extiende.

Europa en su conjunto gasta ya 315.000 millones de euros en defensa cada año, triplicando el presupuesto militar de Rusia, unos datos que desmienten el principal argumento de la campaña propagandística sobre “el peligro de una invasión de Moscú”. La UE va a movilizar recursos masivos para rearmarse hasta los dientes sí, pero en beneficio de sus propios capitalistas, para combatir al “enemigo” interior, o sea, a la clase obrera y los movimientos sociales, y para intervenir en nuevas guerras imperialistas.

… mientras la clase trabajadora pagará las consecuencias

Tal y como ocurrió hace más de diez años con los rescates bancarios, esta nueva montaña de dinero público en favor del lobby militar y los banqueros conllevará nuevas políticas de recortes y más desigualdad social, y dará alas a la demagogia reaccionaria, racista y nacionalista de la ultraderecha.

Los tambores de guerra de Ursula Von der Leyen, Friedrich Mertz, Meloni, Pedro Sánchez o Macron tienen un objetivo central: tratar de militarizar la sociedad generando una psicosis de guerra, reforzar las tendencias autoritarias, la represión contra el movimiento obrero y la juventud, y los ataques contra los derechos democráticos, incluido el derecho de huelga. Los mismos que nos hablan todos los días de la amenaza de Trump, asumen su programa y allanan el camino a la extrema derecha.

La decisión de la UE de legalizar campos de concentración extracomunitarios para recluir a nuestras hermanas y hermanos inmigrantes  los acuerdos del nuevo Gobierno alemán para endurecer aún más las medidas contra la inmigración va en la misma dirección y no se diferencian en nada de lo que Trump está haciendo en EEUU. El objetivo de la UE es criminalizar a un sector de nuestra clase, el más explotado y oprimido, y generar una fuerte división entre nuestras filas con sus políticas racistas.

Los capitalistas saben que su sistema afronta una crisis severa. Por eso recurren al racismo, al militarismo y al nacionalismo. Y Rusia aparece como una coartada útil para enmascarar sus objetivos. Ningún dirigente europeo piensa seriamente que la Rusia de Putin tenga la intención de invadir Europa.

Hay que defender una posición de independencia de clase contra la guerra imperialista, y combatir la propaganda militarista y belicista de nuestros propios Gobiernos, siguiendo la consigna levantada por Karl Liebknecht en 1914 “¡el enemigo principal está en casa!”.

El papel clave de la socialdemocracia y la burocracia sindical en el rearme

La amenaza del militarismo y la guerra, que es inseparable del ascenso de la extrema derecha, tiene un enemigo fundamental a batir: la clase obrera y su resistencia a unos planes que implicarán un retroceso salvaje en el gasto social y en nuestros derechos democráticos. Hay que amordazar a los trabajadores, inocularles el narcótico de la propaganda belicista disfrazada de defensa de la democracia y las libertades. Por eso la socialdemocracia y la burocracia sindical juegan un papel esencial en esta estrategia.

El parlamentarismo resulta cada vez más impotente para resolver las profundas contradicciones que atenazan a la sociedad. Hay que decir que son los partidos tradicionales que han sostenido la gobernabilidad europea durante décadas, incluida la socialdemocracia, los que en su defensa del capitalismo refuerzan el autoritarismo del aparato del Estado, y con su agenda belicista y racista favorecen el avance social y político de la extrema derecha.

Lo mismo podemos afirmar de la burocracia sindical, cada día más fusionada con el aparato estatal del que depende económicamente, y comprometida hasta el tuétano con la paz social y la desmovilización de la clase obrera. Las declaraciones de Unai Sordo, secretario general de CCOO, defendiendo los planes armamentísticos de la UE, o de la Ejecutiva de IG Metall, el poderoso sindicato alemán, apoyando los planes ultramilitaristas de Mertz, son un buen ejemplo de su grado de degeneración y de los valiosos servicios que siguen prestando a la patronal y a la burguesía imperialista europea. 

Por una alternativa comunista

Para enfrentar la amenaza militarista y belicista necesitamos levantar un programa socialista e internacionalista que impulse la movilización más masiva y contundente de la clase obrera, la juventud y los movimientos sociales.

Criticar esta deriva militarista desvinculándola de la lucha contra el capitalismo, y limitándose a pedir la salida de la OTAN para así lograr la autonomía militar europea frente a EEUU, no es una alternativa creíble. El programa de la izquierda reformista que cuando está en la oposición quiere borrar el rastro de lo que hacía en el Gobierno, está lastrado por un enfoque “pacifista” que no va a la raíz del problema.

La conquista de un futuro de paz no va a venir de la mano de una UE y unos Gobiernos europeos que defienden y representan los intereses del gran capital. En un contexto de crisis tan aguda, el uso de la fuerza es inevitable –para conquistar nuevos mercados, materias primas… - y la guerra imperialista no es nada más que la máxima expresión de ello.

Derrotar la espiral militarista, el avance del fascismo y del autoritarismo, no es sencillo. Pero ya sabemos lo que no sirve: apoyar el mal menor y las políticas de la socialdemocracia y sus apéndices. Lo que necesitamos es justamente lo contrario, volver a las ideas del marxismo revolucionario y construir un movimiento de masas que impulse la acción directa en las calles, que organice huelgas parciales y generales, que eleve el nivel de conciencia de nuestra clase. Lo que nos jugamos es mucho y no podemos esconder la cabeza en el suelo. Ninguna diplomacia, ninguna razón del derecho internacional va a frenar las ambiciones imperialistas. Solo la lucha de clases lo podrá hacer.

Los planes de Trump, de la UE y los Gobiernos capitalistas son claros, pero la clase obrera es fuerte. Pero el potencial que poseemos los trabajadores y trabajadoras hay que materializarlo, tal como las lecciones de la historia nos señalan. Hay que aprender de lo que sucedió en los años veinte y treinta en Italia y Alemania: su clase obrera era fuerte, contaban con organizaciones políticas y sindicales muy potentes, pero los errores de sus direcciones reformistas allanaron el triunfo de la reacción más extrema.

Necesitamos construir un partido revolucionario, comunista e internacionalista, que se base en el movimiento de masas y no en la mera y vacía acción parlamentaria. Un partido que defienda sin complejos la expropiación de la banca y los grandes monopolios capitalistas para construir un mundo socialista, libre de guerras, genocidios y miseria, y donde toda la capacidad creativa que alberga el género humano pueda desarrollarse sin límites.

Únete a Izquierda Revolucionaria para hacerlo posible.

Si quieres la paz lucha por el socialismo.