Las imágenes de decenas de miles de manifestantes desafiando y resistiendo heroicamente en Los Ángeles la brutal represión ordenada por el Gobierno ultraderechista de Donald Trump han dado la vuelta al mundo, inspirándonos a millones.

El levantamiento imparable de la juventud y la clase obrera migrante de Los Ángeles  está extendiéndose a decenas de ciudades y ya se han anunciado manifestaciones unitarias en todo el país para este 14 de Junio que significarán el primer gran golpe unificado contra el trumpismo.

Estamos ante uno de los estallidos más potentes en años, un movimiento de masas contra las redadas del ICE y las políticas racistas que remite inevitablemente a las revueltas por el asesinato de George Floyd.

El coraje y la valentía de los manifestantes en California muestran el camino para derrotar las medidas cada vez más autoritarias y antidemocráticas de los republicanos. Hoy son los migrantes latinoamericanos quienes están en la diana de su ofensiva, pero las políticas de Trump son una declaración de guerra al conjunto de la clase obrera y la juventud.

Una respuesta ejemplar

Desde enero, la ofensiva anti-inmigrante ha provocado la deportación de 72.179 personas, la mayoría de origen latinoamericano. La violencia con la que se están ejecutando ha empujado a miles de migrantes —incluidos muchos con papeles, jóvenes de segunda generación y familias enteras— a tomar las calles.

Las detenciones ya no ocurren solo en redadas nocturnas, sino dentro de los mismos tribunales migratorios donde las personas acuden a regularizar su estatus.

Las últimas semanas, la mayoría de las detenidas han sido mujeres, madres que eran arrestadas mientras sus hijos permanecían en la escuela. Muchos y muchas migrantes temen salir de sus casos por el riesgo de ser detenidos sólo por el color de su piel porque los agentes del ICE no se detienen a verificar si tienen papeles o no. Centenares de ellos han sido deportados a campos de concentración como el de Guantánamo o la macro cárcel construida por Bukele en El Salvador como si fuesen presos de guerra o peligrosos criminales.

La gota que ha derramado el vaso fue una redada particularmente salvaje frente a un Home Depot en el distrito de Paramount: un convoy militarizado, armado con metralletas, ejecutó un operativo de ocho horas que dejó decenas de migrantes detenidos. Fue una operación de guerra contra trabajadores desarmados.

La respuesta no se hizo esperar y más de 10.000 personas tomaron las calles. Lo que comenzó como un mitin frente a un centro de detención migratoria se transformó en una manifestación masiva, nutrida por columnas que marchaban desde distintos puntos de la ciudad.

La hipocresía de los demócratas

Aunque el Gobernador demócrata de California, Gavin Newsom, se llene la boca presentándose cínicamente como defensor de los migrantes, la realidad es que la policía de California (LAPD), en coordinación con la Guardia Nacional y la Highway Patrol, está reprimiendo salvajemente. Se utilizaron gases lacrimógenos, balas de goma y granadas aturdidoras.

Trump, que empezó desplegando 300 agentes de la Guardia Nacional en California sin el consentimiento del gobernador ha enviado ya más de 2 000. Esto constituye una violación legal sin precedentes desde 1965. Para justificar este despliegue de un cuerpo policiaco-militar como la Guardia Nacional ha invocado la Ley de Insurrección de 1807. Pese a ello, no ha logrado disolver la protesta.

Para justificar esta represión salvaje, Trump está recurriendo a un discurso fascistoide tachando a los manifestantes de “invasores”, “insurreccionistas” y “amenaza a América”, afirmando que si no hubiese enviado a la policía y el ejército Los Ángeles estaría destruido.

La violencia real no viene de los manifestantes, sino de las políticas racistas y represivas de los dos partidos de la clase dominante: los republicanos, por supuesto, pero también los demócratas, cuyo discurso hablando de paz esconde la aplicación de políticas capitalistas y racistas contra los migrantes que han asfaltado además el camino al trumpismo.

La clase obrera migrante marca el camino

La única salida para derrotar este proyecto autoritario es organizar a la clase trabajadora en lucha, dentro y fuera de EEUU.

Los republicanos utilizan la clásica demagogia de la ultraderecha culpando a la migración de todos los males del país. Pretenden utilizar a las y los migrantes para justificar la militarización y desviar la atención del enemigo real, del responsable de la crisis económica brutal y el deterioro en los niveles de vida y los derechos de la clase trabajadora que no es otro que la misma clase que representa Trump, los especuladores y millonarios que han desvalijado el país durante décadas.

En este momento las manifestaciones abarcan ya decenas de ciudades y siguen extendiéndose imparablemente.  Es hora de dar el siguiente paso: crear comités anti-redadas, unificar la lucha contra las deportaciones con la lucha contra los recortes, contra la militarización y por la caída del gobierno de Trump y organizar una huelga general de trabajadores nativos y migrantes.

Hay que llamar a los trabajadores y trabajadoras afiliados a la AFL-CIO —con más de 15 millones de afiliados— a unirse a las movilizaciones y que obliguen a sus dirigentes a apoyar esta lucha.

Las movilizaciones contra Trump son un reto y una oportunidad para la izquierda combatiente en EEUU en América Latina y el resto del mundo. Es urgente articular una campaña internacionalista de solidaridad activa con la lucha de la clase obrera migrante, y convertirla en una demostración de fuerza contra toda la ultraderecha global y su jefe de filas.

Este extraordinario levantamiento de los sectores más oprimidos de nuestra clase muestra el camino de la revolución. Debemos entender y aprender de esta reacción espontánea, que pone de manifiesto décadas de sufrimiento, explotación, violencia policial y racismo institucional. Una confirmación de lo que hemos señalado en numerosas ocasiones: las condiciones están maduras para construir una organización militante de la clase obrera estadounidense, que rompa definitivamente con los demócratas, y que levante la bandera de la revolución socialista.

Adelante compañeras y compañeros. A vencer con la unidad, la lucha y la fuerza de nuestra clase.