El viernes 13 de junio el régimen fascista de Netanyahu y su principal aliado y protector, el imperialismo estadounidense con Donald Trump al frente, volvían a desplegar su criminal maquinaria de destrucción y muerte contra Irán. Pero esta vez los bombardeos del sionismo han sido respondidos por Teherán, que lleva días respondiendo con una oleada de misiles que han impactado directamente en Tel Aviv, que ya ha reconocido 14 muertos.
Según datos oficiales del Gobierno iraní, el saldo de esta agresión militar es de más de 1.300 heridos y 224 asesinados. Entre estas muertes se cuentan 14 de los científicos nucleares más desatacados del país, 20 oficiales de alto rango, incluido el jefe de la Guardia Revolucionaria, y los dos principales responsables del Servicio de Inteligencia. Es el ataque más destructivo contra territorio iraní desde la guerra con Iraq de los años 80 del siglo XX.
La declaración de guerra de Netanyahu y Trump ha puesto a Oriente Medio ante la amenaza real de una conflagración que podría implicar a otros muchos países, incluidas potencias con armas nucleares como China o Rusia, aliadas militares y geoestratégicas de Irán.
Netanyahu ha extendido también los ataques a Yemen, amenazando a todos los países árabes que piensen en apoyar al régimen iraní con infligirles un “dolor sin precedentes”. Viniendo del Führer nazisionista que está organizando el holocausto contra el pueblo palestino en Gaza y Cisjordania no son bravuconadas que puedan ser ignoradas.
Una vez más, la actuación criminal del régimen sionista no habría podido ponerse en marcha sin el apoyo decidido de Trump. Preguntado por el Wall Street Journal si estaba enterado de este “aviso”, la respuesta del presidente estadounidense no deja lugar a dudas: “¿Aviso? No fue un aviso. Sabíamos lo que estaba pasando (…) Le dije a la otra parte (Irán): ‘Tienen 60 días para llegar a un acuerdo’. El día 61, ellos (Israel) atacaron. Hoy es, de hecho, el día 61, y fue un ataque muy exitoso. Deberían haber llegado a un acuerdo y todavía pueden hacerlo mientras les quede algo; todavía pueden”[1].
Los objetivos de la agresión militar israelí y estadounidense
En realidad asistimos a un nuevo capítulo de una estrategia bien diseñada por Trump y Netanyahu para imponer a sangre y fuego sus objetivos políticos y militares en Oriente Medio.
El ataque contra Irán busca cerrar el círculo iniciado con el genocidio y expulsión masiva del pueblo palestino de Gaza, la ocupación y anexión de Cisjordania, el debilitamiento de Hezbolá y sus aliados en Líbano y la invasión del sur de Siria completando el reparto del país entre EEUU, Turquía e Israel. Machacar a Irán, pensando además que China no se atrevería a forzar una respuesta, era el paso siguiente. Pero esta vez la apuesta ha sido demasiado alta y la respuesta no se ha hecho esperar.
Netanyahu, la ultraderecha nazisionista y los sectores decisivos de la clase dominante israelí que les apoyan están dispuestos a todo para coronar sus planes de establecer el Gran Israel, incluyendo anegar en sangre y cadáveres Oriente Medio. Para Trump los objetivos son: frenar al ascenso imparable de la influencia de China en Oriente Medio, que ya ha desplazado a EEUU como principal socio comercial; la necesidad de recuperar urgentemente poder de intimidación tras sus derrotas en Iraq, Afganistán y tras el golpe devastador que está representando el desenlace de la guerra imperialista en Ucrania; y la encrucijada histórica en la que se encuentra para mantener su supremacía frente al avance global de China.
La impunidad del genocidio en Gaza envalentona a Netanyahu y Trump
Trump y Netanyahu se han visto envalentonados por la complicidad mostrada por todos los Gobiernos occidentales ante el holocausto contra el pueblo palestino, empezando por aquellos que hacen declaraciones de condena y derraman lágrimas de cocodrilo mientras mantienen la venta y compra de armas y demás inversiones e intercambios comerciales con Israel.
También por el sometimiento cobarde mostrado por los regímenes capitalistas árabes y musulmanes, incluido el iraní, que han mirado a otro lado mientras Israel arrasa Gaza y masacra al pueblo palestino. Pasividad tras la que se encuentra la presión diplomática y económica de los regímenes capitalistas de Rusia y más aún de China, que más allá de criticar con la boca pequeña las actuaciones más salvajes de Netanyahu y Trump, mantienen también todos sus negocios e intercambios con Israel y no han movido un dedo de su inmenso poder e influencia económica para golpear al régimen asesino sionista.
Con toda probabilidad, la decisión de Teherán de activar una respuesta militar de esta envergadura ha contado con el apoyo logístico de China y Rusia. Además, es importante señalar que el régimen capitalista, fundamentalista, reaccionario y corrupto de los mulás, si ahora ha respondido de una manera diferente a la agresión militar sionista es porque está en juego su propia supervivencia.
China y Rusia decidieron no sostener al régimen de Assad en Siria y permitir el avance sin oposición de las milicias fundamentalistas organizadas por Erdogan con apoyo estadounidense y la complicidad de Israel. Lo hicieron así porque el resultado de una intervención era incierto y el cambio de régimen en Damasco no afectaba decisivamente a sus intereses vitales en la región.
Del mismo modo, se han mantenido de brazos cruzados ante el genocidio en Gaza. Cualquier intervención de su parte (o la de su aliado iraní) podía desestabilizar una región cuya estabilidad consideran clave para sus empresas e intereses. Y, más preocupante aún para ellos, podía desatar un movimiento revolucionario de masas que se extendiese por todo Oriente Medio. Algo que Xi Jinping y Putin temen tanto como el resto de mandatarios capitalistas e imperialistas.
Pero Irán es el país de la región con el que China tiene planes de inversión y asociación más cuantiosos a largo plazo. Por eso, la caída del régimen de los mulás o una actuación por su parte que signifique una rendición frente a Trump y Netanyahu supondría un golpe importante a la autoridad internacional de China y Rusia.
La lucha internacionalista es el único camino
La situación en Oriente Medio puede evolucionar en diferentes sentidos durante los próximos días, semanas e incluso meses. Pero una cosa está clara, la agresión militar israelí y estadounidense a Irán ha puesto a la región y el mundo ante el peligro de una guerra abierta de consecuencias impredecibles, y con potencias nucleares implicadas.
Si Trump y Netanyahu redoblan la apuesta por la guerra contra Irán, potencias como China y Rusia se verán interpeladas muy directamente y empujadas a intervenir.
El miedo a una guerra larga, donde por primera vez la población israelí sufra en sus propias carnes la muerte y la destrucción que provocan las políticas sionistas, y que pueda obligar a Washington a implicarse directamente, algo que intenta evitar por miedo a las consecuencias revolucionarias dentro de los propios EEUU, podría obligar a Trump y Netanyahu a dar un paso atrás en sus planes belicistas respecto a Irán buscando algún acuerdo o compromiso.
Pero incluso en ese caso, lo que demuestran los acontecimientos en Oriente Medio es que el genocidio sionista contra el pueblo palestino, y las políticas militaristas de todos los Gobiernos continuarán. Pero también que la barbarie capitalista está levantando un auténtico terremoto en conciencia de millones.
Solo hay un camino que puede barrer toda esta escoria capitalista y guerrerista al basurero de la historia: la movilización masiva de la clase obrera, la juventud y los oprimidos de todo el mundo bajo la bandera de la revolución socialista internacional.
¡Si quieres la paz, lucha por el socialismo!
¡Abajo la agresión sionista a Irán!
¡Basta de genocidio en Gaza!