Crucifijos, rosarios, hábitos de monja y hasta la Santísima Trinidad. Así es como la famosísima Rosalía llena de Lux (luz en latín) su último álbum. La fe religiosa es su bandera. Tal y como ella misma declaraba en una reciente entrevista “si no tuviera una carrera musical, probablemente estaría en la universidad estudiando teología”.
En una campaña de marketing sin parangón, en la que participa hasta Pedro Sánchez, Rosalía y su dios nos persiguen sin descanso. Curioso giro el de la cantante catalana y más aún en un momento en el que según el Barómetro sobre Religión y Creencias de la Fundación Pluralismo y ConvivenciaBarómetro sobre Religión y Creencias de la Fundación Pluralismo y Convivencia, la fe religiosa entre la juventud pasa por momentos muy bajos. Solo un 29% de los jóvenes entre 18 y 24 años se declaran católicos.
Los medios de la derecha se han mostrado encantados con la supuesta devoción de la artista y lógicamente la jerarquía eclesiástica, el obispo de Sant Feliu de Llobregat, Xabier Gómez la elogiaba así: “Pareces vivir el arte como una travesía espiritual” en su hoja dominical. Pero lo más significativo ha sido el recibimiento de los medios supuestamente progresistas y más afines a la socialdemocracia, como el diario El País, ensalzando a la cantante y su fe, coincidiendo con otra campaña mediática de calado: la de trasladar la idea de que la juventud se ha vuelto conservadora y de derechas.
El País se está empleando a fondo. Artículos como Las chicas ya no quieren ser princesas, quieren ser monjas o Los jóvenes son más de derechas que nunca son solo algunos de los muchos que sostienen este mensaje de fondo totalmente intencionado.
Ideas reaccionarias disfrazadas de liberación. ¿Una salida divina al sufrimiento que provoca el sistema?
El primer videoclip que ha publicado Rosalía nos muestra la desazón que provoca “este mundo”, especialmente para la mujer, con el corazón roto y sin arreglo, planchando, fregando, perseguida por una orquesta de opresión que no la abandona. Rosalía encarna a una cándida Blancanieves que se siente enferma, acosada por pensamientos horribles, sin cura, perdida y desorientada, sin salida. Es la forma en la que la cantante retrata la asfixia que tanta gente siente en un mundo decadente, lleno de sufrimiento, sin espacio para la realización personal. ¡Pero eso no es el mundo terrenal, Rosalía! ¡Eso es la vida bajo el capitalismo para millones de mujeres trabajadoras!
Y aquí viene lo gordo. ¿Cuál es la solución y la salida a este sinvivir? ¡El espíritu santo! ¡La fe! La admiración a todas las mujeres santas que se han entregado a dios, a las que ella referencia y en las que se inspira a lo largo de todo el álbum. Santa Rosa de Lima, Juana de Arco, Santa Rosalía de Palermo, Santa Olga de Kiev y una larga lista de supuestas “heroínas” que sufrieron lo indecible en esta vida y encontraron la respuesta en el misticismo, en el “otro mundo”. Así de claro se explicaba en una entrevista: “A veces tengo un deseo que sé que este mundo no podrá satisfacer, porque no podrá llenar ese vacío. Quizás este espacio solo lo puede llenar Dios, si tienes la predisposición necesaria (…) Admiro mucho a las monjas, son como ciudadanas celestiales”.[1]
Sí, sí, celestiales es poco. Habría que hacer un repaso rápido con ella de lo liberadora que ha sido la Iglesia, las monjas, los curas y los crucifijos en la historia de este país. Su papel de máxima colaboración con la dictadura franquista, con la represión, la tortura, el trabajo esclavo, los bebés robados, la pederastia, los castigos físicos, la negación del derecho al aborto o al divorcio, los castigos ejemplares y las humillaciones a las mujeres “descarriadas”, las rojas, las anarquistas... En fin, la lista es muy larga. Los hábitos de monja no son nada transgresor ni representan nada liberador, Rosalía, sino la vuelta a las cavernas.
¿Y la nueva forma de “rebeldía” que dice practicar la cantante? El celibato. “Yo ahora mismo estoy soltera y soy volcel, o sea, estoy practicando un celibato voluntario. Ahora mismo mi prioridad soy yo misma, mi arte, mi tiempo”, explicaba en otra entrevista. Cada una es muy libre de hacer lo que quiera con sus creencias y con su cuerpo. ¡Solo faltaba! Pero no nos engañemos. Estos planteamientos huelen y mucho a feminismo burgués: el enemigo de la mujer es el hombre y por eso nuestra forma de protesta es no relacionarnos con ellos. Este mensaje se disfraza de subversivo y feminista, como hace en su canción Novia Robot, pero nada más lejos de la realidad. Por si quedaban dudas, Rosalía las despeja: ella ya solo quiere estar “guapa para Dios”.
Su devoción religiosa no es nada común, pero en cambio sí que coincide con personajes públicos de las redes sociales, como Moderna de Pueblo o influencers en TikTok, que también nos intentan vender que es revolucionario y feminista practicar el celibato voluntario, que es una forma de “protegernos”, alegando que actualmente es complicado encontrar a personas [hombres] “decentes y trabajadas intelectualmente”, ¡que no nos la cuelen!
Nosotras sabemos que están al servicio de la clase dominante e intentan tapar los problemas reales que sufrimos millones de mujeres, justo en un momento donde cada vez hay más precariedad, desigualdad y violencia generada por el sistema en el que vivimos. Nuestro problema no son los hombres, sino el capitalismo que nos impone el machismo y el patriarcado. Y si hay algo que no aporta absolutamente nada a liberarnos de esta lacra es la resignación y sumisión que predican las monjas y los rosarios.
Detrás de esta campaña de marketing realzando la figura de Rosalía rezuman los valores más atrasados, más reaccionarios y casposos presentados de una forma totalmente falsa, idealizada y dulcificada. El mensaje es claro, y Rosalía lo explica desde la primera canción del álbum. Aquí hay dos opciones: vivir y asimilar que venimos al mundo y nacemos para sufrir, porque así lo quiere Dios, o encontrar la felicidad gracias a él, en la otra vida. Una dualidad en la que debemos de escoger entre el sufrimiento o la fe, la tranquilidad o el caos. Un mensaje que no tiene nada de inocente y de apolítico. Por mucho que nos intenten hacer creer lo contrario. Pero ¿a qué viene esta forma de vestir las ideas más tradicionales y atrasadas como un asidero al que agarrarse en tiempos difíciles? Y ¿por qué la socialdemocracia, sus medios de comunicación, sus periodistas y sus artistas ensalzan tal cosa?
La cantante que no habla del genocidio en Palestina ni de los problemas de este mundo
Los asistentes de Rosalía explican en las entrevistas que la artista no quiere hablar de política. Pero este supuesto apoliticismo de la estrella llama bastante la atención, cuando no ha tenido problema, por ejemplo, en pasearse en patinete —cual folclórica de otros tiempos— por las instalaciones de Inditex con Amancio Ortega, lavándole la cara a este rico superexplotador (especialmente de mujeres, como pudimos comprobar en las últimas huelgas de sus trabajadoras). Más conocida ha sido su reticencia a posicionarse contra el genocidio en Palestina hasta que su imagen se vio seriamente amenazada. Hay que ser claros, este supuesto apoliticismo no es tal cosa. Callar ante el sufrimiento, los asesinatos y la explotación es tomar parte del lado de quienes lo provocan. Y más todavía lavar la cara a sus máximos representantes, como el caso del dueño de Inditex.
Pero no termina ahí la cosa. Rosalía ha dicho en muchas entrevistas que ella ha hecho discos que no eran comerciales, como si el dinero no le preocupara. Bueno, ella sabe bien dónde hacer caja y no es vendiendo estampitas. Se ha ido directamente al sector inmobiliario, donde la especulación que reporta dinero fácil y rápido a quienes ya lo tienen provoca la miseria de millones de personas. Tresmamis S.L. se llama la empresa inmobiliaria que ha creado la cantante y que su madre, exconsejera y directora general de Suprametal, dirigirá. ¿Pero cómo va a hablar Rosalía de los problemas reales de las jóvenes bajo el capitalismo cuando ella se beneficia de este sistema?
Resignación, salida individual y paz social versus organización y lucha
Pedro Sánchez, Pilar Alegría y hasta Patxi López hablan en entrevistas y redes sobre la genialidad del último álbum de Rosalía. ¡Nunca antes les habíamos visto tan entregados a la música! Y sinceramente, tenemos serias dudas de que esta sea la verdadera razón. No queremos ser malpensadas, pero cualquiera diría que es el mensaje monjil, de predicar la resignación ante los problemas que nos golpean, la introspección y la búsqueda de Dios en lugar de la organización y la lucha, por parte de una de las artistas más famosas y con más influencia mundial entre la juventud lo que realmente les tiene tan fascinados.
Es un mensaje que destierra la salida colectiva, que impone la desesperanza y la evasión. Una campaña propagandística con estos valores y a este volumen no tiene precio para quienes son cómplices de esta barbarie que vivimos y que golpea especialmente a la juventud. Es el mejor antídoto contra la movilización social y la lucha en las calles.
Pero desafortunadamente para ellos, no hay campaña propagandística que pueda ocultar lo que cada vez es más visible para millones de personas en todo el mundo. El genocidio en Gaza lo ha puesto de manifiesto con claridad. Este sistema que nos niega lo más básico está dispuesto a todo para seguir sobreviviendo. Los dueños de las mayores fortunas del mundo están dispuestos a lo que sea, incluido defender ideas totalitarias y de extrema derecha o arrasar pueblos enteros, para proteger sus beneficios. No hay espacio para la salida individual. Nadie va a hacer por nosotras nada que acabe con este sufrimiento. Si Rosalía quiere meterse a monja ¡adelante! Nosotras nos quedamos con la fuerza de las movilizaciones por Palestina, con la respuesta a Vito Quiles, con las huelgas feministas y las movilizaciones de masas. La acción, la conciencia de clase y las ideas de la revolución son las únicas que realmente nos pueden salvar.
[1] Rosalía: "Es la primera vez que he hecho un disco sin miedo al fracaso"







