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Javitxu es uno de los seis de Zaragoza condenados —con la única prueba de la versión policial— a cuatro años y nueve meses de cárcel por manifestarse contra un mitin de Vox. Responde a esta entrevista desde su celda de la macrocárcel de Zuera. Este 21 de mayo cumple el primer año en prisión a la espera de un indulto que no llega.
Javitxu Aijón tiene ahora 28 años. Ha pasado casi un cuarto de su vida en medio de una pesadilla. Una angustia que aún continúa. Junto a otros cinco jóvenes, los conocidos como los seis de Zaragoza, fue detenido en 2019 de forma aleatoria después de manifestarse contra un mitin del ultraderechista Vox. El único hecho probado en los cinco largos años que duró el proceso judicial. Aquella protesta acabó con cargas policiales y lanzamientos de objetos. La defensa, su familia y la Plataforma ‘Libertad 6 de Zaragoza’, que da visibilidad al caso desde el primer día, siempre han negado que participara en los incidentes. Intentaron aportar pruebas de su inocencia, pero fueron rechazadas.
Así, el contradictorio testimonio de los seis policías involucrados valió para que cuatro de estos jóvenes, los mayores de edad, fueran condenados a duras penas prisión. En 2024, tras pasar primero por la Audiencia Provincial y después por el TSJA, el Tribunal Supremo les sentenció a cuatro años y nueve meses de cárcel. El 16 de abril comenzaron los primeros ingresos. Javitxu fue el último de los cuatro en pisar el penal. Este 21 de mayo cumple el primer año de privación de libertad. Animado por una gigantesca ola de solidaridad directamente proporcional a la magnitud de la injusticia, responde a esta entrevista. Lo hace por carta, desde su celda de la macrocárcel de Zuera.
Se cumple un año desde tu ingreso en prisión, y más de seis desde la detención. ¿Cómo te encuentras?
Más fuerte que nunca. Es cierto que no todos los días te levantas con el mismo ánimo estando en prisión, pero no dejo que la situación me supere. Intento sacar lo positivo: tiempo libre para leer, ir al gimnasio, estudiar y terminar mi carrera...
¿Qué está siendo lo más complicado en tu día a día entre rejas?
Estar lejos de mi gente: mi familia, mi pareja, mis gatas, mis amigues... Creo que es lo peor que lleva cualquier preso. Las llamadas están limitadas a ocho minutos cada una (y valen bastante dinero), las comunicaciones por locutorio de los fines de semana son de 45 minutos y los “vis a vis” de dos horas. A todo esto, súmale que solo puedes autorizar a diez personas para que vengan a verte. Tener que elegir entre toda la gente que quiero a quien dejo venir a verme y a quien no es muy triste.
¿Hay algo que te ayude a mantenerte fuerte?
Lo que más me ha ayudado hasta el momento es ver que, efectivamente, no estamos solos. Desde mi ingreso en prisión he recibido cientos de cartas de apoyo que alumbran las noches de soledad en mi celda. También he recibido noticias sobre las movilizaciones pidiendo nuestra libertad. Saber que la campaña sigue, que hay miles de personas que continúan luchando contra la represión y que esta injusticia se da a conocer son cosas que ayudan a mantener los ánimos bien elevados.
El trabajo de la Plataforma ‘Libertad 6 de Zaragoza’ y de vuestras familias, dando visibilidad a este caso de lawfare, está siendo inmenso. ¿Qué valoración haces tú?
Cuando afrontas un caso como el nuestro es muy importante tener detrás una red militante que tenga las cosas claras y aporte apoyo moral y político. En este sentido, siento un gran orgullo por mi militancia en Anticapitalistas. También guardo un gran sentimiento de gratitud por todas aquellas persones que han entendido que la represión va más allá de las siglas. Llena el corazón de esperanza ver que en las cosas importantes hemos sido capaces de arrimar el hombro. La colaboración entre distintas organizaciones, voluntaries, familiares y amigues que desembocó en la creación de la Plataforma es ejemplo. A fin de cuentas, la represión es algo que nos afecta a todes, seas militante o no, comunista o anarquista e incluso aunque no estés politizada —recuerdo que entre los seis alguno estaba acudiendo a su primera manifestación—. Tenemos que organizar una respuesta unitaria a la represión y el trabajo de la Plataforma y de todos los colectivos que la conforman (Anticapitalistas, CGT, PCE, JOC, Acción Libertaria, CRT, CJS, Stop Desahucios, PCPE, CNT, COESPE, UJCE, CSO Kike Mur) es un buen camino a recorrer en futuras ocasiones.
También la respuesta social está siendo importante. Son varias las manifestaciones que han sumado miles de personas, la última el pasado 12 de abril en Zaragoza. Colectivos y activistas, gentes del arte, del cine, de la música, del periodismo, del sindicalismo y de la política han alzado la voz pidiendo vuestra libertad…
Son raros los casos represivos que logran rebasar la barrera del ghetto militante. Desde luego que algo se ha hecho muy bien, si valoramos el impacto de la campaña. No ha sido fácil, pero al final hemos conseguido apoyos muy importantes en amplios sectores de la sociedad. Todo esto sirve para visibilizar una injusticia flagrante como la nuestra y ayuda a desvelar la función de ciertos sectores del Estado profundo. Cuando denuncias un caso de represión tienes a la policía, la judicatura y la fiscalía en contra, además de los grandes medios de comunicación difundiendo la versión policial de los hechos. Es por esto que resulta de gran ayuda contar con apoyos de personalidades públicas que permiten contrarrestar este proceso de criminalización.
¿Qué crees que representa el caso de ‘Los seis de Zaragoza’ para el derecho a la protesta en el Estado español?
Por un lado, representa un precedente muy peligroso ya que estamos ante una sentencia que condena el hecho en sí de la protesta y no tanto prácticas concretas que, dicho sea de paso, no se llegaron a demostrar jamás. La lección que se pretende con esto es que acudir a según qué movilizaciones es motivo suficiente para dictar sentencia. Esta condena es un castigo ejemplarizante; un aviso a navegantes a través del miedo a organizarnos políticamente en defensa de nuestros derechos democráticos. Por otro lado, creo que el objetivo concreto en este caso es desarmar al movimiento antifascista en un momento en el que estamos siendo testigues de la oleada de discursos de odio de la extrema derecha en todo el mundo. Manifestarse frente a la extrema derecha no puede ser un delito. Es un deber y una obligación democrática. El derecho a la protesta, como todo derecho conseguido, no es un regalo de los poderes establecidos a la gente común. Debe ejercerse y luchar para conservarlo.
Hace un año, 10.000 firmas avalaron la petición de vuestro indulto, y también pedían la prometida derogación de la Ley Mordaza. En las Cortes, el Grupo Socialista aragonés acaba de votar a favor de una PNL por el indulto. Sin embargo, en Madrid el PSOE no mueve ficha. Si hoy pudieras hablar directamente con Pedro Sánchez, ¿qué le dirías?
Que la gente de izquierdas que le votó movilizada por el llamamiento a frenar al fascismo merece explicaciones. Toca reforzar a la democracia ante el reto que suponen Trump y sus secuaces en Europa y eso pasa por derogar la Ley Mordaza, reformar el Código Penal para que no haya más “seis de Zaragoza” y una ley de Amnistía que cubra todos los casos de represión acontecidos los últimos años. Hace falta más valentía para transformar el mundo. Un partido político incapaz de firmar siquiera nuestro indulto no debería asumir la tarea de frenar al fascismo.
Tu padre, Francho, ha dicho alguna vez que "lo más preocupante son los silencios porque una sociedad que calla frente a la represión nunca será la mejor sociedad posible"
El silencio, la pasividad y la neutralidad suelen favorecer a lo injusto. Quien calla frente al genocidio en Gaza está permitiendo la victoria de Israel y el sionismo. Me viene a cabeza la canción de Sons of Aguirre & Scila, “No me posicionο”, que critica esa actitud apolítica de ciertos artistas. Como músico nunca he entendido que no utilicen esa posición privilegiada para dar altavoz a causas justas. Ernst Fischer en “La necesidad del arte”, venía a decir: "La sociedad tiene derecho a exigir al artista que sea consciente de su función social. La ambición del artista no es solo representar la realidad, sino darle forma".
Durante esta legislatura, la del Gobierno PSOE-Sumar, han salido a la luz varios casos de infiltraciones policiales en los movimientos sociales, destapados por medios libres como La Directa o El Salto. ¿Cómo se vive esto dentro de prisión?
Da la sensación de que les molesta cuando los ecologistas, sindicalistas, antifascistas y activistas por la vivienda hacen política desde abajo y se organizan para defender sus ideas y valores. Estamos viviendo la criminalización de la protesta. Mientras Feijóo hacía migas con un narcotraficante como Marcial Dorado, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado vieron prioritario combatir y perseguir a colectivos que defienden los derechos más básicos. Todo esto es tristemente irónico. La gente que votó a este gobierno "progresista" por el miedo a que la extrema derecha gobierne y socave la democracia tiene que ver como activistas son investigades y encarcelades injustamente.
En este tiempo, la ola reaccionaria, el fascismo, los discurso antiinmigración, los bulos y fake news también están creciendo en Europa y en gran parte del mundo. ¿Qué reflexión haces?
Voy a aprovechar para recomendar dos lecturas sobre el tema que ayudan a esclarecer algunos detalles al respecto. Por un lado, “Trumpismo discursivo” de Laura Camargo, que explora y analiza muy bien las formas discursivas de este nuevo auge reaccionario. El populismo de extrema derecha ha arraigado como una posición "outsider”, como rebeldes que viene de fuera del sistema cuando lo que pretenden es perpetuar, precisamente, toda una estructura de privilegios y dominio capitalista. Es lamentable lo que está pasando con Trump en EEUU y la ICE (policía antinmigración). Todo esto viene de un proceso de deshumanización de las personas migrantes que ya lleva años pasando en España. El acrónimo MENA para referirse a niñes desamparades es buena muestra de ello. Este proceso de normalización de discursos de odio, racistas y misóginos ha tenido su caldo de cultivo en las redes sociales. De esto trata precisamente “La viralidad del mal”, escrito por Proyecto UNA. Recuerdo que cuando hacíamos campaña y alguna publicación mía alcanzaba cierta repercusión venían con ella una horda de trolls a lanzar su rabia y desearme cosas horribles en prisión. El uso de internet como monetizador de odio a través de fake news, bulos y campañas de acoso a mujeres y activistas se ha convertido en norma. Esto se ve más a diario en X desde que Musk lo convirtió en la máquina de propaganda de la alt-right que es ahora. Históricamente, el fascismo surge en momentos de crisis capitalistas para no poner en peligro la acumulación de riquezas de unas pocos a costa de la mayoría. Lo que vivimos en esta época es el principio de una crisis climática cuyo origen es un sistema de expolio a los recursos naturales y crecimiento infinito de un planeta de recursos limitados. Esta nueva ola reaccionaria es un intento de gestión de esta crisis que pasa por recortar derechos en vez de privilegios.
Vuestro caso “convive” con otros casos represivos, por ejemplo con el de ‘Las seis de la Suiza’. ¿Tienes algún mensaje para estas sindicalistas?
Me da mucha rabia y frustración ver cómo ha terminado su caso. Tuve la suerte de poder conocerlas en persona en un evento en Xixón. No se merecen nada de lo que están pasando. A pesar de que no es fácil vivir la prisión, puedo decir que cuando estás por algo de lo que no tienes que arrepentirte se puede pasar con cierta dignidad. El tiempo pasa más rápido de lo que crees. Es duro cargar con una condena como la nuestra, pero se hace más duro ser complaciente con la injusticia.
¿Y qué mensaje mandarías a quienes siguen saliendo a la calle en defensa de las libertades civiles y los derechos sociales?
Que merece la pena seguir en ello. Como ya he comentado, los derechos no son regalos. Son fruto de movilizaciones populares y han costado muchos sacrificios y esfuerzos colectivos. Si no los ejercemos, corremos el riesgo de perder los avances conseguidos. He recibido muchas cartas diciéndome que es admirable mi fortaleza. Lo que a mí me parece digno de admiración son aquellas personas que no se dejan dominar por el miedo y siguen saliendo a la calle pese a la cárcel, las multas y los porrazos.
¿Hay algún libro que te ha marcado especialmente de los que has leído estando en prisión?
El primer libro que leí en mi encierro fue “Mujer al borde del tiempo” de Marge Piercy y lo cierto es que me enamoró. Trata de una mujer que es encerrada injustamente en un centro psiquiátrico que tiene visiones de un futuro utópico. Al leerlo en mi situación lo cierto es que fue una experiencia muy personal que me marcó bastante. Otros dos libros que me han marcado mucho aquí dentro son “El beso de la mujer araña” de Manuel Puig y “Drag King Dreams” de Leslie Feinberg.
Nos han contado que tienes alguna anécdota con las madalenas (risas). ¿Es eso verdad?
He de reconocer mi problema de adicción con las magdalenas. De vez en cuando nos sirven estas delicias para desayunar. Sin embargo, con el tiempo dos se me hacían pocas. Así fue como empecé a pedir a mis compañeros. Lo que yo pensé que iba a acabar con dos o tres magdalenas extra, terminó, entre broma y broma, con una montaña enorme de estas. ¿Lo peor de todo? Que me las zampo todas.
Todo sobre la campaña por la libertad de los seis de Zaragoza. Más información de la plataforma y del caso en libertad6dezaragoza.info.