Un holocausto patrocinado por Washington y Bruselas
“Cuando Gaza quede completamente destruida, sus ciudadanos estén concentrados al sur del corredor de Morag y empiecen a marcharse en grupos grandes a terceros países". Así respondía el Ministro de Finanzas israelí, Bezolel Smotrich, a la pregunta de cuándo terminará la Operación Carros de Gedeón, la nueva espiral de muerte y destrucción desatada por el Estado sionista en Gaza.
El propio Netanyahu no ha dudado en definirla como la “solución final”. El mismo término que utilizaron los nazis cuando mandaron a millones de judíos, comunistas y minorías étnicas y religiosas a los campos de exterminio de Auschwitz o Mauthausen.
Los métodos que está aplicando Netanyahu son los mismos que aplicó Hitler. Este holocausto está combinando, por una parte, el asesinato en masa con bombas y bala; con, por otro lado, el exterminio por sed, enfermedades y hambruna para forzar el éxodo de centenares de miles de palestinos y la reclusión de muchos de ellos en campos de concentración de terceros países.
Las víctimas mortales directas superan ya las 70.000. Sumando las muertes indirectas la cifra se eleva a 186.000. Esta masacre podría multiplicarse durante las próximas semanas con la decisión del Gobierno israelí de destruir la mayor parte de los sistemas de agua potable y red eléctrica y paralizar los convoyes de ayuda humanitaria. Funcionarios de la ONU advierten que en los próximos días y semanas podrían morir 14.000 bebés.
Estamos ante un exterminio retransmitido en directo por televisión a todo el mundo y con apoyo total del Gobierno ultraderechista de Donald Trump y la complicidad cínica del resto de Gobiernos occidentales, empezando por la Unión Europea.
Muchos Gobiernos emiten declaraciones condenatorias y se limitan a derramar lágrimas de cocodrilo mientras mantienen relaciones comerciales y diplomáticas con el régimen asesino de Netanyahu. Pedro Sánchez podrá poner muchos tweets, o el presidente francés Macron o primer ministro británico Starmer decir que revisarán sus acuerdos comerciales con Netanyahu. Pero la realidad es que no tienen ninguna intención de romper relaciones, de parar el comercio de armas con Israel o imponer sanciones a este Estado genocida. Y la razón es muy sencilla: como ocurrió con el régimen nazi, esta masacre está proporcionando beneficios multimillonarios a los grandes bancos y empresas estadounidenses y europeas.
Tenemos que denunciar que este genocidio es terrible, terriblemente lucrativo para los capitalistas. El plan de Trump de convertir Gaza en un resort de lujo no es un delirio. Es proyecto pensado por los especuladores inmobiliarios, bancos y empresas constructoras israelís, estadounidenses y europeas. Un negocio al que se le suma la explotación de yacimientos de gas y petróleo, el sector agroalimentario y las inversiones en la propia industria militar y el sector tecnológico vinculado a la producción armamentística y el espionaje. Los fabricantes de las bombas, aviones y tanques que arrasan Gaza baten récords en Bolsa, repartiendo dividendos millonarios a bancos y empresas de todo el mundo.
Mientras la crueldad del régimen sionista tiene en Donald Trump a un fanático seguidor, está quedando también muy claro que los gobiernos capitalistas del mundo árabe, esos regímenes corruptos y serviles con Washington y Bruselas, y también el bloque imperialista formado por Rusia y China, están mirando hacia otro lado y no hacen nada serio por frenar la masacre.
Por eso, el único camino para frenar el horror contra el pueblo palestino es el que mostró la Intifada en los años 90 y el que estamos planteando desde hace meses millones de jóvenes, trabajadoras y trabajadores tomando las calles en manifestaciones multitudinarias, organizando las acampadas de apoyo a Palestina, los bloqueos de envíos de armas y campañas de boicot a Israel.
Existe una enorme voluntad de lucha para para frenar el genocidio y plantar cara a las medidas de criminalización y represión contra el movimiento en apoyo a Palestina que están aprobando los Gobiernos y parlamentos de la “democrática Europa”.
Y ahora se trata de dar un paso adelante. En el Estado español, pero también en Francia, en Gran Bretaña y en numerosos países hay que convertir toda esa fuerza en una huelga general que paralice la actividad productiva, golpeando decisivamente a los Gobiernos y empresas que financian y sostienen el genocidio.
100.000 personas hemos vuelto a exigir al Gobierno la ruptura de relaciones con Israel. #MuevetePorPalestina
— Sindicato de Estudiantes 🇵🇸 (@SindicaEstudian) May 10, 2025
El pueblo palestino está siendo víctima de una limpieza étnica y una hambruna atroz. Solo la solidaridad internacionalista podrá frenar los planes del sionismo 👇 pic.twitter.com/GiuVqY527r
Sabemos que hay muchos obstáculos para lograr este objetivo, comenzando por el sabotaje de las burocracias sindicales que apuestan por el rearme y dan su apoyo a las políticas imperialistas de sus Gobiernos. Por eso es fundamental desplegar una gran campaña de propaganda y agitación a favor de la huelga general, organizado asambleas masivas en los centros de trabajo, en institutos y universidades y en nuestros barrios.
El Sindicato de Estudiantes creemos que la huelga general tiene que colocarse en el centro del discurso. Esta es la tarea que tenemos por delante los miles de activistas y las organizaciones que impulsamos la solidaridad internacionalista con el pueblo palestino.
¡Ruptura de relaciones diplomáticas, militares y comerciales con Israel!
¡Ni un euro ni una bala para el régimen de Netanyahu!
Palestina vencerá.